La SEP presentó un nuevo plan de estudios la semana pasada. Quizá la crítica que más se le ha hecho es que es pura ideología. Se ve como un intento de la 4T para imponer su pensamiento a las nuevas generaciones y eso sería desastroso. El plan, en efecto, es un disparate. Pero pensar que la única razón es su carácter “ideológico” es caer en un error: todos los planes educativos en todo el mundo obedecen a una ideología. El punto es descifrar qué tanto tiene de ideológico y qué tanto va de acuerdo con las necesidades de un estudiante del siglo XXI.
Marx describió a la ideología como “falsa conciencia”, es decir, como una forma de encubrir la realidad. La ideología sería así un disfraz, un discurso que esconde lo que realmente sucede —según el marxismo, las condiciones de dominación de una clase social sobre otra—. Así, en el mundo habría una serie de escenarios que esconderían la realidad. Estos operarían como filtros o mallas interpretativas de los hechos que suceden en el mundo y a los cuales nosotros les asignamos un significado.
Por ejemplo, yo puedo percibir el movimiento del brazo de alguien a la distancia. Ese mismo movimiento podría ser interpretado como un saludo o un insulto (mismo hecho, dos significados). Nótese cómo debe contrastarse el hecho percibido con la red de conceptos, categorías, teorías, recuerdos, convenciones y un gran etcétera, que uno tiene en su mente para atribuirle significado a un simple movimiento. En esto reside la interpretación.
El punto es, entonces, ser conscientes de que no hay hecho en el mundo que no pase a través de estos escenarios interpretativos. Todos interpretamos hechos todo el tiempo. Por eso, lo que más importa es la hechura (por así decirlo) del filtro a través del cual interpretamos la realidad. Y cuando interpretamos hechos sociales usamos un filtro, precisamente, ideológico.
La ideología va a nutrir a nuestra mente de una serie de concepciones que nos permitirá interpretar el mundo de cierta manera y actuar en consecuencia. Por eso es tan importante la educación: a través de ella vamos formando nuestra concepción del mundo. Como dice Rodolfo Vázquez se convierte “en parte constitutiva de la persona que la transforma cualitativamente”.
El problema del plan de estudios de la 4T es que su lectura del pasado es puramente ideológica y su solución también. El pasado educativo (el neoliberal) “legitima un modelo patriarcal, colonial, científico, eurocéntrico, homofóbico y racista en la educación” y pretende sustituirlo por una educación comunitaria, en donde el alumno sea un agente de “transformación social”. Es decir, en el pasado el problema era la ideología neoliberal y no que muchos de los estudiantes no supieran matemáticas ni hablar ni escribir bien en castellano. Y la solución no es mejorar las capacidades y habilidades de los estudiantes para enfrentar los retos del siglo XXI, sino simplemente un cambio en la ideología: hacia un modelo comunitarista que busca la “emancipación” de los estudiantes. Así, en vez de preparar a nuestros estudiantes para el mundo, los regresaremos a la tribu. Vaya visión de futuro.
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@MartinVivanco