El croata Josko Gvardiol, de 20 años, era el mejor defensa del Mundial. Era el líder de un equipo que tenía la defensa como punto fuerte, había dejado en el camino a Neymar y a Brasil, y se presentaba como candidato natural al premio que la FIFA otorga al mejor jugador joven en cada edición de la Copa del Mundo. Hasta que se cruzó en el camino de Messi.
No fue un encuentro casual cualquiera. Contra Croacia, Messi hizo el mejor de sus 25 partidos en Mundiales. En el primer tiempo, marcó el gol de penalti que desbloqueó el partido. En el segundo tiempo, convirtió a Gvardiol en un juguete descartable, con el que se divirtió unos instantes antes de pasarle la pelota a Julián Álvarez para el tercer gol de Argentina. El defensa que es el centro de todas las miradas en el mercado de fichajes en Europa, por el que el Manchester City o el Chelsea pagarán 100 millones, terminó el partido como un jugador normal y corriente. No te preocupes, Josko, no fuiste el primero. Pasó con el gran Virgil Van Dijk en cuartos de final, con los gigantes australianos en octavos, con los polacos antes. El domingo Messi jugará su 26º y último partido del Mundial, se despedirá en el escenario más grande posible, con la copa ahí al borde de la cancha.
Es un error sugerir que el lugar de Messi en la historia del fútbol mundial está pendiente de lo que sucederá sobre el césped de Lusail el 18 de diciembre de 2022. Su legado ya estaba garantizado cuando llegó a Doha, arrullado por la Copa América de 2021, rodeado por el talento y la confianza que pocas veces tuvo cuando jugó para Argentina. Lo que Me ssi ha hecho aquí en Qatar lo hace aún más extraordinario. Llevó a su equipo a la final con cinco goles, tres asistencias y una actuación épica tras otra. Pero eso no fue todo. A lo largo del camino que comenzó con una inesperada derrota ante Arabia Saudita, Messi se convirtió en un volcán, un poseído capaz de provocar a Louis Van Gaal con el Topo Giggio de Riquelme y mostrarse como un inventor de frases a la altura de Diego Maradona. "¿Qué mirás, bobo?" es la frase del Mundial 2022.
Con todo esto, Messi logró un efecto poco común en el fútbol, especialmente en el fútbol sudamericano. Messi logró que los argentinos y todos los que admiran su fútbol disfrutaran de la trama antes de saber su destino. Ninguna derrota en la final del Mundial borrará las sonrisas que Messi ha derramado en las últimas semanas. El riesgo siempre existe, porque esto es fútbol, el más indomable de los deportes, y aun así innumerables argentinos no se arrepienten de endeudarse para verlo en acción en Medio Oriente. Otro milagro de Messi. Dar la vuelta en el estadio Lusail quizás será el punto más alto de una trayectoria inigualable: más de mil partidos, 790 goles, tres Champions League, la Copa América, todos los premios individuales posibles. Pero Lionel Messi no necesita una revancha para 2014 , ni para las otras Copas del Mundo que ha jugado y no pudo ganarlas. Su lugar en la historia y su legado siempre han estado asegurados.
*Martín Fernández es periodista de ge.globo, comentarista de Sportv, columnista de O Globo de Brasil y del Grupo de Diarios América (GDA)