Según el artículo 7 de la ley de migración, “El libre tránsito es un derecho de toda persona y es deber de cualquier autoridad, promoverlo y respetarlo”, sin embargo, no hay algo más alejado de la realidad.

Este año ha sido testigo de una hostilidad sin precedentes para las personas migrantes, quienes, de por sí, han estado enfrascados en escenarios llenos de violencia, inseguridad y falta de servicios esenciales.  El 2023 es un capítulo penoso y doloroso en la historia de la migración, pues ha estado acentuado por eventos que han dejado cicatrices dolorosas en la comunidad internacional.

En el país, la crisis migratoria ha llegado a niveles críticos, pues más del 50 % de las personas en movilidad experimentaron actos de violencia durante su estancia en México. Estos amenazan su derecho de protección, y están derivados tanto de actividades de grupos armados, especialmente el crimen organizado, como de actos de violencia de género que representan riesgos específicos para mujeres y niñas.

Por si fuera poco, la impunidad somete a las personas que han tenido experiencias violentas y traumáticas a incrementar su vulnerabilidad, pues prefieren seguir adelante en su travesía en lugar de hacer valer su derecho a que las autoridades respeten y promuevan su derecho al libre tránsito.

Es necesario fortalecer el sistema de reconocimiento de la condición de refugiados, impulsar la respuesta humanitaria a la población migrante en tránsito y promover acciones para que se generen cambios estructurales que propicien un entorno favorable para la prevención y disminución de los riesgos e impactos negativos. La dimensión de los retos que supone la movilidad humana exigen ajustes amplios, incluyentes y estructurales. Comenzando con la crucial inmediatez para revertir los riesgos y las secuelas emocionales, para fomentar una vida digna, plena y feliz para las personas y familias en movilidad.

En un ejercicio por visibilizar la situación de las personas en movilidad humana en México, desde Save the Children lanzamos una investigación titulada Este estudio pone de manifiesto la existencia de una discriminación sistémica contra niñas, niños y adolescentes haitianos, así como contra sus familias. Para darse una idea, el sentimiento más recurrente es la tristeza, 4 de cada 10 personas entrevistadas informaron que sus hijas/os presentan estrés y dificultad para dormir, y el 40 % de niñas y niños no asiste a la escuela.

El actual panorama demanda un cambio. Te insto, apreciado lector y lectora, a emprender una reflexión sincera, compasiva y humana, en la cual nos interpelamos acerca de las acciones que podemos emprender para erradicar la hostilidad dirigida hacia aquellos que migran. Pues, en última instancia, como expresaba sabiamente Eduardo Galeano, "Somos lo que realizamos para transformar lo que somos".

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