Carisma: Don de algunas personas en beneficio de la comunidad.
Xóchitl es la mejor candidata para 2024. No solamente del Frente opositor, lo que no sería una gran hazaña, sino frente a las corcholatas destapadas que no encuentran botella que tapar. Si fuera por carisma Xóchitl sería la próxima presidenta de México. No hay duda que será la candidata opositora y todo indica que su contrincante será Claudia Sheinbaum. Veremos entonces si 4T mata carisma. Aunque si fuera el carisma el determinante de una elección, Luis H. Álvarez no hubiera perdido la elección para gobernar Chihuahua frente a Teófilo Borunda.
En esta elección no habrá mucho lugar para la discusión de programas y proyectos. Será una elección de hígado y (malos) humores. La 4T propondrá lo mismo de siempre: es decir nada, solamente las consabidas generalidades populistas revestidas de resentimiento social. Xóchitl por su parte tendrá que proponer la reconciliación del país y la inclusión de los marginados de 2018-2024, no solamente la clase privilegiada que ha mantenido su status —aunque sea este el sexenio de renegar— sino el segmento de clase media, la que AMLO denigra por aspiracionista.
Además, el carisma no garantiza el triunfo electoral. Si fuera por cualidades intrínsecas, por carisma, José Vasconcelos hubiera sido el presidente de México y no Pascual Ortiz Rubio. Tampoco significa éxito en la gestión pública, si fuera por carismáticos José López Portillo o Vicente Fox, pésimos gobernantes, hubieran dejado un mejor recuerdo en la historia patria.
De darse el milagro, una vez que hubiera pasado el júbilo que significaría para millones la derrota de la 4T y la depresión de los seguidores que daban por contado quedarse sexenios, como si fueran integrantes de aquel viejo PRI que ya no existe, habría que ponerse a recomponer el país. El riesgo mayor sería emular al actual gobierno y seguir la ruta de la descalificación de los contrarios, como si en lugar de opositores fueran enemigos.
Poco sabíamos de Xóchitl y la persecución de que es objeto sirve, según algunos, para posicionarla de mejor manera. Algunos creen, no sé si justificadamente, que los denuestos proferidos por el presidente en su contra, sirvan para hacer crecer las preferencias a su favor. Lo menos que le ha dicho el presidente de ella es que “es un pelele, un títere, una empleada de la oligarquía a la que únicamente van a utilizar para seguir saqueando, para seguir robando”.
Por hacer una comparación, las actuales acusaciones penales en contra de Donald Trump por parte del sistema de justicia de EU, lo han hecho subir 10 puntos en las preferencias electorales. Entre nosotros, insistir como hace el presidente, en que Xóchitl es una simulación en cuanto a su origen, honorabilidad y capacidades va dejando una huella goebeliana, y llegará el día en que millones que simpatizan con Morena crean las mentiras machacadas. Al creerlo votarán en su contra, aceptando la corcholata que aparezca en la boleta.
Cualquier desenlace que traiga el futuro electoral no borrará los beneficios de la irrupción de Xóchitl Gálvez. Su llegada ha hecho renacer la ilusión, la esperanza de un nuevo México sin rencilla acumulada. El país puede estar dividido políticamente, lo que es inadmisible para la salud de la república es que el odio social, la revancha de los pobres, el linchamiento de las instituciones sean la guía y el orden del día de la agenda presidencial. Gane o pierda, Xóchitl ya tiene un lugar en la historia de la patria nueva que tanto se añora.