Se piensa que lo mejor para México es que gane Trump. En todo caso sería lo mejor para AMLO. Para los demás (los “conservadores”), Biden representa el regreso a las relaciones institucionales. Esto es un falso dilema. Las relaciones personales entre las cabezas de Estado sirven para las biografías, pero no determinan las relaciones internacionales. La buena vibra entre AMLO y Trump duró los minutos de su encuentro, mientras las relaciones entre los dos países, buenas o malas, son permanentes.

Ejemplos de buenas relaciones entre mandatarios y al mismo tiempo relaciones pésimas entre sus naciones lo acreditan: Chamberlain, el primer ministro inglés, embelesado con Hitler se opuso al rearme inglés, a pesar de las ininterrumpidas advertencias de Churchill. Inglaterra entró en guerra con Alemania.

Franklin D. Roosevelt trabó una relación personal afectuosa con Stalin, similar a la que llevan Trump y Putin, pero no evitó la animadversión entre americanos y soviéticos. Bush consideró a Fox amigo de ocasión (fair weather friend) después del 11 de septiembre, cuando México regateó la solidaridad en un momento tan difícil para EU. No obstante, la relación institucional con Bush siguió su curso.

De manera que las buenas maneras entre Trump y AMLO, así como la frialdad a México que mostraría Biden, de ganar, son especulaciones. Siendo la elección de noviembre un parteaguas para Estados Unidos, para México es menos relevante.

Independientemente de las relaciones personales entre los mandatarios, hay datos objetivos que permiten suponer con quién le iría mejor a México. Biden es anticarismático al contrario de Trump cuyas bases lo idolatran por excéntrico. Biden tiene el carisma del anticarisma, pero es una persona sensata, discreta, con los pies en la tierra. Trump es un siniestro, con un pasado deleznable, con una guanga moral.

Biden integraría su gabinete con un criterio de pluralidad, como lo demuestra ya la selección de Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia. Trump seguiría con sus aliados blancos, anglosajones y protestantes evangélicos (wasp). China parece decantarse por Biden, debido a la crispación con Trump, mientras que Rusia lo favorece. Se supone que participa en la investigación contra el hijo de Biden sobre dudosas operaciones mercantiles en Ucrania, donde Putin tiene influencia.

Biden, al contrario de los populistas que desprecian a las élites, escucha a los expertos, se apoya en científicos antes de tomar decisiones. Trump no solo no escucha a los que saben, sino que los destesta, hace exactamente lo contrario a lo que proponen. Como escudo ante la pandemia Biden usa cubrebocas, Trump desalienta su uso al considerarlo un signo de debilidad. Trump es un nativista enemigo del internacionalismo; Biden conoce bien al mundo, sabe utilizar las herramientas diplomáticas, en particular sabe lo que pasa en México.

Si EU quiere enmendar el error de haber seleccionado como presidente a un narcicista, ignorante, vulgar, insensible social; si estima que ese país requiere inteligencia, empatía, conocimiento, compromiso con el tejido social; si apuesta por una reconstrucción de las lastimadas alianzas internacionales y el orden multilateral, tiene la oportunidad de cambiar las cosas en noviembre. Cuatro años más de Trump prolongarían la desgracia política que aqueja a EU y de alguna manera al mundo entero, México incluido.

Profesor de la UNAM

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