Semarnat negó a Audi un permiso clave para instalar una planta solar en Puebla. Cerrar las puertas a Audi es un despropósito. La señal es que en México no hay clima propicio, ni terreno seguro para la inversión.
Hace veinte años Toyota abrió una planta en la frontera. La puja para la inversión fue impresionante. Gracias a un gran esfuerzo de la ciudad de San Antonio se optó por la localidad texana, dejando atrás a otras ciudades estadounidenses y a estados fronterizos de México.
El norte de México perdió esa oportunidad, que hubiera brindado beneficios sorprendentes. No solamente la creación de miles de empleos directos e indirectos, sino —como sucedió en San Antonio— convertir una población media en un atractivo imán económico.
Audi es una marca alemana con prestigio mundial. Alemania ha tenido una liga con México. Desde el siglo XIX cuando Napoleón III dejó de apoyar a Maximiliano, debido a la presión prusiana en sus fronteras, hasta el novelesco telegrama Zimmerman, con el que el Imperio Alemán propuso que México se aliara con Alemania en la inminente guerra con Estados Unidos, a cambio de recuperar nada menos que Nuevo México, Arizona y Texas.
Después de la II Guerra, Alemania inició su recuperación y estableció una productiva liga con México. Con motivo de la inauguración de la Ciudad Universitaria en 1954, la República Federal Alemana montó una exposición cuyo emblema fue el Volkswagen, auto que se nacionalizaría mexicano. La fábrica en Puebla fue el detonador de México como productor de automóviles en el mundo. Tras ese éxito, otras ciudades mexicanas siguieron esos pasos haciendo de México un emporio del automóvil.
Negar la planta solar es inexplicable. Unos días antes el presidente López Obrador había convocado a empresarios privados a desarrollar energías limpias. Declaró que un grupo de 17 empresas estadounidenses especializadas en la energía solar y eólica asumieron compromisos con México al saber que habrá un trato “justo y parejo”, conforme a los lineamientos contenidos en el T-MEC. Lo anterior ocurrió en el Foro de las Principales Economías en donde México asumió el compromiso de reducir emisiones de metano, canalizar energías renovables y apoyar inversiones en México.
El anuncio además se refirió a la conveniencia de la creación en territorio mexicano de parques solares en la frontera con Estados Unidos, así como la construcción de redes de trasmisión de energía que lleven a la exportación de energía eléctrica a California y eventualmente a otros estados de la Unión Americana. Con este apoyo de energías alternas la CFE podría aumentar su oferta de energía en el país.
La noticia parece alentadora, aunque fue tomada con reservas. Un experto (José Maria Lujambio) considera que “podría implicar favoritismo para ciertas empresas y parece desconocer que al menos la generación y venta de electricidad están sujetas a libre competencia”.
Si no fuera suficiente el compromiso presidencial, la Declaración Conjunta derivada de la reunión de AMLO-Biden expresa: “Nos comprometemos…a acelerar la transición a los vehículos de cero emisiones y a profundizar en nuestros esfuerzos para buscar soluciones basadas en la naturaleza, lo que permitirá a nuestros países convertirse en líderes mundiales en energías limpias y en acciones para combatir el cambio climático”.
Audi ha mostrado cautela profesional, dio una respuesta seria, exenta de consideraciones subjetivas. Como buena empresa alemana, me atrevo a vaticinar que seguirá luchando hasta conseguir su planta de energía solar que el gobierno debería autorizar.
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