La comunidad internacional ha recurrido a diversos medios para propiciar la paz y la seguridad. Se ha utilizado la diplomacia, el equilibrio del poder, el Derecho internacional y hasta la guerra. Tras la guerra mundial (1914-1918) se creó la Sociedad de Naciones cuyo fracaso lo ilustra la segunda conflagración mundial. La respuesta del mundo fue la creación de la ONU.

En abril de 1945, en San Francisco, 50 Estados adoptaron la Carta de las Naciones Unidas. Se trata de la constitución formal de la comunidad internacional. Si bien la ONU no es un Estado, ni representa el gobierno mundial, se trata de una organización internacional de carácter universal y competencias generales que tiene personalidad jurídica internacional.

La ONU tiene un sistema de gobierno con cierta división de poderes, que confiere competencia a ciertos órganos lo que genera una suerte de pesos y contrapesos. El poder legislativo lo encarna la Asamblea General, el poder ejecutivo el Consejo de Seguridad y ocasionalmente el secretario general y el poder judicial la Corte Internacional de Justicia.

El Consejo de Seguridad está integrado por quince miembros. Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China son permanentes en razón al poder que detentaban al adoptarse la Carta. Los diez miembros restantes desempeñan funciones durante dos años y son electos por la Asamblea General en base a la contribución que aporten al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

México ha participado en cinco ocasiones en el Consejo de Seguridad de Naciones. La última correspondió a Juan Ramón de la Fuente, el representante permanente ante la ONU. México ha dejado un arsenal de propuestas, críticas y planteamientos. Es previsible que en futuras sesiones se habrán de atender estos precedentes.

Entre las propuestas destaca la del veto de los miembros permanentes. En 1945 los países de América Latina, incluido México, se opusieron a su instauración. Admitir el veto significaba la cancelación de un órgano plural y democrático. Absurdo en tanto la responsabilidad primordial del Consejo es nada menos que mantener la paz y la seguridad internacionales.

El veto se impuso como una necesidad política. A cambio de su instauración, cuatro de los cinco países permanentes asumieron un compromiso, no siempre cumplido, en el sentido de que el uso del veto no llevaría consigo la parálisis del órgano. México logró establecer una vía para una revisión futura de la inamovilidad del sistema del veto. En 2022, México acompañado por un grupo de países propuso una resolución que adoptó la Asamblea General para que exista un mecanismo de rendición de cuentas de la utilización del veto mediante la explicación de los emisores del veto sobre las razones de su actuación. A la fecha este mecanismo ha sido activado en tres ocasiones.

México encabeza la posición de países que sin ser necesariamente potencias económicas o militares comparables a los países que ejercen el veto, utilizan los mecanismos racionales de la política internacional distintos a la fuerza, es decir el basamento jurídico, el diálogo, la fuerza de los argumentos racionales y los principios democráticos.

De la Fuente deja una huella internacional en su todavía inacabado paso por la ONU, como lo hizo tan exitosamente tanto en materia de salud pública en la Secretaría de Salud, como en el mundo académico y cultural del país, cuando fue rector de la UNAM.

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