Los dos desplantes, uno de Trump al no reconocer su derrota y otro de AMLO al no felicitar a Biden, son dos caras de la misma moneda. Muestran estrategias compartidas para mantenerse en la agenda, a pesar de que el lugar lo debería ocupar Biden, el ganador de la elección. En Estados Unidos no festejaron el triunfo de Biden-Harris, festejaron la derrota de Trump.

En México una extraña interpretación del texto constitucional impide al presidente congratular al presidente electo de Estados Unidos. Como si hacerlo significara sacar de su tumba a don Genaro Estrada. Biden ganó, pero la duda que sembró Trump lo mantiene en la agenda. Por su parte la posición de AMLO al ignorar la nice politik, y no dar la enhorabuena a Biden, lo mantiene, al menos en México, en el centro del conflicto.

La relación aterciopelada Trump-AMLO es un mito. De los cuatro años de Trump, dos corresponden al presidente mexicano. Pasaron sin pena ni gloria. Quedan en el recuento las amenazas arancelarias ante las que México se doblegó, para después obstaculizar el paso de migrantes centroamericanos hacia el norte. Pragmatismo puro en donde los derechos de los migrantes quedaron vulnerados.

Como en esta vida nada es gratuito, Trump pagaría el servicio al reducir su producción petrolera a nombre de México y así AMLO pudo alcanzar el acuerdo de reducción del 23% de la producción global y poder incrementar el precio del petróleo. Efectivamente nada es gratuito, tanto así que el imaginario popular sostiene que AMLO no felicita a Biden porque así se lo exigió Trump.

Más allá de la chismografía, lo relevante sería para el gobierno mexicano ponerse a trabajar con la próxima administración americana. Algunos asuntos de una agenda inicial: indocumentados mexicanos en Estados Unidos; rescate del medio ambiente; energía; estrategia de seguridad regional.

En cuanto a los indocumentados Biden ha planteado que desde el primer día se ocupará de millones de indocumentados. La gran mayoría son mexicanos aterrados de regresar a México (dreamers). Podría argumentarse que no es asunto del gobierno mexicano. No hay tal. Son mexicanos que México está obligado constitucionalmente a proteger. Los 50 consulados en EU podrían sumarse a este proyecto con las autoridades americanas.

Biden aprecia los ventiladores eólicos que a AMLO le parece que afean el paisaje, no generan energía, son fuente de corrupción. Para Biden los ventiladores permitirán mitigar el calentamiento global que impulsan los combustibles fósiles Para AMLO éstos son clave para el rescate de Pemex y CFE.

Es el mejor momento para diseñar una agenda bilateral de combate a la delincuencia organizada trasnacional. Si los ejercicios de políticas públicas comparadas tienen utilidad, habría que revisar una solución como la Europol. Esta instancia de la Unión Europea se ocupa de terrorismo, ciberdelincuencia, tráfico de drogas, lavado de dinero y trata de personas. Los expertos ya discuten la viabilidad de una policía regional de América del Norte. Los políticos deberían escucharlos.

Biden recibirá el país en caos político, económico y moral. La pandemia en picos inéditos, el desempleo al alza, el déficit federal en niveles nunca vistos, la política polarizada, el país socialmente partido en dos. México es un tema importante para EU, pero no el único. Para México, por el contrario, la relación con Estados Unidos es crucial.

Biden estaría seguramente en disposición de favorecer una agenda común, aun cuando habría inconvenientes más delicados que no haberle llamado por teléfono para saludarlo. Uno de ellos es la eventual cancelación de la reforma energética de 2013. Un riesgo que debería considerarse con más prudencia todavía que lo que supuestamente impidió tener un gesto de vecino y mejor aún de buen vecino como es congratular al ganador.

Profesor de la UNAM

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