Trump es muy bueno para poner apodos como una estrategia para lastimar a quien tiene enfrente. Es una forma de bullying, indicador del poco respeto que le merecen los demás. Trata de causar un daño emocional o psicológico y afectar la imagen del apodado en suerte. Ejemplos sobran, el más ominoso el de Little Joe al presidente Biden, quien merecía respeto por ser el presidente, pero además por su avanzada edad. Ahora con la adrenalina que le genera regresar a la Casa Blanca, ha tenido la ocurrencia de ofender a México al pretender cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América.
Si de ocurren ias se trata en lugar de su MAGA (Make America Great Again), los mexicanos podríamos haber intentado una MAMA (Make America Mexico Again).
Las implicaciones de la propuesta tienen contenidos de muchos órdenes. Hay implicaciones históricas, pues el nombre tiene una profunda connotación que viene desde la colonización española. Este nombre forma parte de la identidad nacional por lo que culturalmente está plenamente arraigado como parte del ser nacional. Políticamente constituye una intromisión inaceptable, pretensión que llevada a tribunales de justicia y de comercio internacionales generaría resoluciones favorables a México.
De prosperar en los hechos, la ocurrencia de Trump desde la perspectiva del derecho internacional, varios y relevantes tratados se verían afectados. Solo para enumerar:
1.- Tratado de Límites Marítimos entre México y Estados Unidos (1978), define las fronteras marítimas entre México y EU en el Golfo de México, estableciendo las zonas económicas exclusivas de cada país; 2.- Tratado de Límites Marítimos entre México y Cuba (1976), delimita las fronteras marítimas entre México y Cuba en el Golfo de México; 3.- Acuerdo entre México y EU sobre Yacimientos Transfronterizos o acuerdo sobre el Hoyo de Dona (2012), se ocupa de yacimientos en el Golfo de México; 4.- Tratado de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), fija las reglas para la zona económica exclusiva entre México, Cuba y EU; 5. Tratados de Pesca y Conservación, entre México, Cuba y Estados Unidos para la delimitación y respeto de zonas económicas exclusivas para promover la sostenibilidad; 6.- Múltiples convenios ambientales internacionales como: MARPOL (1973/1978 que prohíbe la contaminación marina por la explotación de hidrocarburos y regula la descarga de los barcos; Plan de Acción del Golfo de México (1992), entre México y EU para promover la biodiversidad, la conservación evitar la contaminación de los ecosistemas.
El secretario de Economía contestó rápido a esta pretensión con la estrategia del avestruz. “No nos vamos a engarzar en ese debate” declaró Marcelo Ebrard. A tiempo la presidenta Scheinbaum corrigió fijando la digna posición del país.
México debe oponerse firmemente a esta intromisión pues de lo contrario la siguiente podría ser que en lugar de Estados Unidos Mexicanos, como establece nuestra Constitución empezará a llamarnos Old Mexico, al fin que ya tienen su Nuevo México, que por cierto nos lo arrebataron por la fuerza.
Profesor de Derecho Constitucional en la UNAM