Decía el célebre Tip O’Neill que toda la política es local, privilegiando lo que los municipalistas mexicanos aducen en cuanto al municipio como el nivel más cercano al pueblo. No sé lo que pensaría O’Neill, si viviera, sobre las elecciones que definirán políticamente los siguientes dos años. Más que intermedias, se trata de elecciones terminales. Más que locales, tendrán carácter global, al decidir qué pasará en Estados Unidos.
Todo indica que los demócratas perderán la Cámara de Representantes y si tienen suerte empatarán en el Senado. Históricamente el partido del presidente siempre pierde escaños en las intermedias, pero el panorama de Biden es negro, el mismo color se vislumbra para EU.
Biden es un presidente débil con un errático desempeño, pasa en por el nivel más bajo de aceptación. Verá el derrumbe de sus propuestas: Aborto, una ley federal consagrando este derecho; impuestos a las grandes empresas; asuntos raciales, perdonar deudas de agricultores negros, así como apoyar financieramente a mujeres pobres.
Es cierto que ha tenido enfrente calamidades como la post-pandemia, la tambaleante economía y la inflación. Pero su talón de Aquiles es el resurgimiento de Trump, convertido en algo peor que su peor pesadilla.
Es altamente probable que aparezca la venganza trumpiana. La intentona demócrata por llevar a juicio político (impeachment) al presidente Trump, tiene ya una respuesta republicana. Los radicales alentados por Trump, promoverán un juicio político a Biden. Anunciaron algunas razones para tal propósito: Cuando Biden utilizó su poder para beneficiar a Hunter su hijo que hizo negocios turbios en Ucrania; cuando abandonó a estadounidenses en Afganistán que cayeron en manos del Talibán, o bien cuando invita a migrantes de todas partes del mundo a que crucen la frontera mexicana en lo que los radicales republicanos consideran una invasión.
Biden no ofrece nada significativo en lo que va de su gestión, nada que hubiera reforzado las campañas de los candidatos demócratas. Lo más relevante, tal vez, fue la errática retirada de Afganistán tan criticada por la falta de planeación. De hecho, un número significativo de candidatos demócratas pintaron su raya, otros, los temerosos, se deslindaron de la figura presidencial y hasta otros más decididos critican duramente al presidente.
Estados Unidos vive un clima enrarecido, suceden cosas inéditas, inimaginables en el idílico escenario del american way of life. El esposo de la líder del Senado Nancy Pelosi (Crazy Nancy le decía Trump) fue atacado en su mansión en San Francisco por un desquiciado que blandiendo un martillo preguntaba “¿dónde está Nancy?” La fractura de cráneo y otras lesiones no resultaron afortunadamente de extrema gravedad.
La gravedad es que se trata de la secuela de la violencia auspiciada por Trump y su fanaticada. El día del ataque al señor Pelosi, Trump externó su pesar pero sobre la muerte de Jerry Lee Lewis, el famoso pionero del rock; de la líder del Senado nunca dijo nada. Un alto político republicano condenó tibiamente la violencia en general, pero se jactó que Pelosi deje Washington para ir a cuidar a su marido.
Mientras Brasil ha decidido por la esperanza que representa Lula y el proyecto de un Estado que ocupe un lugar preponderante para impulsar el crecimiento inclusivo, sostenible y de bienestar compartido, Estados Unidos parece acercarse a la deriva política de Trump y sus loquitos seguidores.
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