Decía Cicerón que no hay ventaja alguna en conocer el futuro. Agregaba que ocuparse del porvenir resulta doloroso, además “atormenta sin provecho”. Si bien el célebre defensor y orador romano es genial, el futuro es la parte más relevante del presente y del pasado. Un principio general del Derecho confirma lo anterior, en tanto la Constitución y las leyes se refieren al futuro, nunca al pasado, de tal manera que las leyes posteriores derogan a las anteriores.
No se puede vivir sin el futuro. En política esto es todavía más evidente. Por ello la república ya está inmersa en lo que ocurrirá en 2024. Es el tema dominante, todo lo demás son los escándalos cotidianos con los que se ha perdido la capacidad de asombro.
Los escenarios son: (1) AMLO se reelige; (2) Morena decide por un candidato distinto a AMLO; (3) Morena gana las elecciones; (4) La oposición va en alianza; (5) Las oposiciones van por su cuenta.
(1) Primer escenario temido por muchos, anhelado por otros muchos. La reelección de AMLO llevaría a una crispación nacional de alcances insospechados. La reelección presidencial se niega en México como principio jurídico y político, pero la tentación es histórica. No es tan fácil pasar sobre la Constitución, pero más difícil todavía sería tirar a la basura la historia misma. El marco de las mañaneras de AMLO es precisamente la figura admirable de Ricardo Flores Magón (el campeón del antirreeleccionismo). AMLO niega reiteradamente reelegirse, pero como dice tantas mentiras.
(2) No hay reelección. La lucha interna por la nominación ya empezó, ganará quien diga el caudillo. (3) Tres nombres tres: Ebrard, Sheinbaum y el secretario de Gobernación. De los tres el mejor para el país sería Ebrard por su formación, carácter, experiencia internacional, pluralismo, ligas con actores, organizaciones y plataformas políticas. De darse ¿Será Ebrard el más leal con el Jefe Máximo?
4) El escenario oposicionista ideal sería que los cuatro partidos PRI, PAN, PRD y MC decidan por un candidato de unidad que podría resultar vencedor. Este escenario no es viable hoy. Cosas pueden pasar, pero se ve lejano; los partidos están desquebrajados, lejos de la unidad y en luchas intestinas.
(5) La oposición dividida, presentando cada partido de oposición un candidato tiene poca viabilidad por el deplorable estado que guardan todos y cada uno. No se ve que ninguno de los partidos pueda ganar la elección presidencial hoy, ni dentro de dos años.
Me dijo un viejo lobo de la política mexicana que, en 2024, Morena ganará con quien ponga y que la oposición perderá con quien ponga.
Sin basarme en encuestas que luego fallan, me atrevo a decir que poco menos de la mayoría está convencida que lo mejor de AMLO es que ya se va en dos años. Para el otro segmento, el de poco más de la mayoría, será difícil erradicar la adicción a los apoyos populistas que se han institucionalizado. Será difícil que alguien se atreva a suspenderlos. Por eso, por los frutos malditos del populismo, el país esta tan profundamente dividido, tal vez como nunca en los últimos cien años.
Quien llegue tendrá que aceptar que la tarea más importante a desarrollar es propiciar la concordia y la paz sociales. Urge reconstruir y enaltecer la más importante función social como es el ejercicio de la política, ejercicio actualmente envilecido. Nada más apremiante que la reconstrucción moral de la política. Lo demás vendrá como consecuencia, de manera natural sin necesidad de abrazos, ni de balazos.
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