Los alemanes creen que lo mejor de un evento esperado no es el acontecimiento mismo, sino lo que le precede. Así lo expresan: “Vorfreude is die schönste freude”, algo así como la anticipación es la mejor alegría. En 2024 el acontecimiento, en México como en Estados Unidos, serán las elecciones. Lo mejor de las elecciones además del resultado, ¡claro está!, es dialogar y discutir antes de las votaciones.
A partir de la creencia de que la elección presidencial ya está decidida a favor de Sheinbaum, los comicios de senadores y diputados se han convertido en una especie de premio de consolación para la oposición. Se pretende evitar la mayoría de Morena en las cámaras para cancelar la posibilidad de que la Constitución pueda reformarse al gusto (malgusto) del Presidente.
Pero nada está decidido todavía. Si fuera por las encuestas ganaría Sheinbaum; si fuera por los diarios, las plazas públicas, los medios y ahora por las redes, mismas que la oposición recuperó, la ganadora sería Xóchitl Gálvez, cuyo desempeño reciente ha girado a favor. No obstante, ni las encuestas, ni los periódicos, ni la televisión, ni la radio, ni las redes votan.
Es algo tan complejo por lo que recuerdo al profesor de Historia de la American University, Allan J. Lichtman. Creó en 1981, con un sismólogo soviético experto en predecir terremotos, un modelo para predecir elecciones. El científico ruso no podía predecir elecciones en la Unión Soviética, donde no sabían con qué se comían, por lo que unieron esfuerzos para generar un modelo que no ha fallado nunca.
Lichtam ha acertado en todas las elecciones en Estados Unidos desde entonces. A partir de trece llaves falsas o verdaderas llegó a determinar si el partido en el poder seguirá o se retira. Si cinco o menos llaves son falsas el partido en el poder ganará, si seis o más llaves son falsas entonces el partido opositor perderá.
El modelo ha comprobado que los debates, el uso de la televisión, las campañas para hacerse de fondos, la propaganda, la cobertura de prensa y las estrategias de campaña no cuentan para nada el día de elección. Como es evidente operan para EU, pero algunas llaves se podrían extrapolar a México. Estas son en resumen las llaves del éxito o fracaso electoral, que favorecerán a Trump. Veamos:
Si el partido en el poder tiene mayoría en la Cámara de Representantes; (2) No hay conflicto para decidir quién será el candidato; (3) Si el Presidente en funciones quiere reelegirse; (4) No existe un tercer partido significativo políticamente: (5) La economía va bien durante la campaña; (6) Si el crecimiento económico anual per cápita iguala o excede periodos anteriores; (7) La administración en el poder ha llevado cambios sustanciales en las políticas públicas; (8) Si no existe intranquilidad social; (9) Si la administración en el poder no ha sufrido escándalos mayores; (10) La administración no ha tenido fallas en asuntos militares en el extranjero; (11) La administración en el poder ha tenido éxito en política exterior o militar; (12) El candidato del partido en el poder tiene carisma; (13) El candidato opositor no tiene carisma.
Es inevitable que en México las campañas se vayan a llenar del lodo electoral. A pesar del hígado político inevitable, es necesario que el país avance en la ruta democrática. En las elecciones lo mejor es lo que pasa antes de que se celebren, por una consideración muy simple: quien va a perder todavía no lo sabe todavía, quien va a ganar confía que así será finalmente. ¿Quién ganará? Hay que exigir que sea el voto libre y secreto el que tenga la respuesta.