Después del frenesí, AMLO llegará al final de su galopada política. Tal parece que pudo más la consigna No Reelección de Francisco I. Madero, que la ambición de figurar hasta el final de su vida, si bien habría que esperar si también honrará el Sufragio Efectivo. Es para celebrar que no pudo emular al general Obregón reeleccionista, como México temía. No ha llegado el momento para emitir el juicio definitivo de su gestión. Por lo pronto dos enfoques: quienes opinan en universidades, medios, prensa, redes, corrillos y tertulias lo califican con cero. quienes forman parte de la 4T, lo seguirán viendo como el jefe máximo, con ellos el Presidente saca 10.
El logro de AMLO es haber dado voz a quienes, por atavismos, razones sociales, económicas y hasta raciales, no la tenían; el desastre propiciar la división, desunión y encono entre mexicanos, además de haber pretendido destrozar instituciones nacionales, algunas de ellas, como el Poder Judicial de la Federación que ha escrito páginas de dignidad republicana.
México asumió el sistema presidencialista imitando el de Estados Unidos. Allá los presidentes, casi todos, cuando dejan de serlo, son respetados. Celebran el Día del Presidente como homenaje a quienes dedicaron años de sus vidas en la Casa Blanca. Para hacerlo escogieron el cumpleaños de George Washington. Algunos estados celebran además a Lincoln. Otros, Massachussets por ejemplo, conmemora el Día del Presidente honrando a los presidentes oriundos de ese Estado, los Adams John y su hijo John Quincy, Calvin Collidge, aunque lo hacen el día del cumpleaños de Kennedy.
Si en México siguiéramos esa práctica, Oaxaca tendría que celebrar a dos grandes presidentes mexicanos: don Benito Juárez y Porfirio Díaz. Veracruz lo podría hacer con Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, pero no sabría dónde meter a Antonio López de Santa Anna. Los presidentes mexicanos terminan su encargo y pasan a retirarse. El sistema los vuelve villanos favoritos y lo último es la solidaridad presidencial. El que hereda la banda se siente con derecho a pisotear a sus antecesores condenándolos al ostracismo.
Veamos: de los presidentes contemporáneos ninguno pasa el examen. Todos han tenido que vivir escondidos en las sombras, alguno de ellos, Luis Echeverría, enfrentó un proceso penal por su actuación política en los acontecimientos del 68, que lo llevó a un arresto domiciliario de dos años. Carlos Salinas de Gortari ha sido blanco de un ataque despiadado del presidente López Obrador, por lo que en México es invisible, si bien actúa en el extranjero. Ernesto Zedillo ha tenido el tino de mantener un perfil de bajo relieve en el acontecer del país, participando en política de corte académico al lado de otras personalidades globales.
Entre los panistas, el presidente Fox el extraordinario candidato presidencial, pésimo presidente y todavía peor expresidente. Felipe Calderón no se asoma al continente americano y menos aún en México, llevando a cuestas, como si fuera Pipila al revés. la losa de García Luna que lo tiene nulificado políticamente. El presidente Miguel de la Madrid concluyó su discreta expresidencia con aquel extraño episodio en que adelantó acusaciones gravísimas al presidente Salinas que apenado tuvo que rectificar.
AMLO ha dicho que se retirará de la actividad política y eso espera el país, lo que no es garantía de que así suceda. Por el bien de México lo mejor que podría hacer es, él que le gusta tanto el beisbol, termine su turno al bate, se dirija a las regaderas y cuelgue su guante Rawlings. El país, la historia y su sucesora se lo agradecerán.