El viraje de la política económica del gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha logrado equilibrar la balanza de la desigualdad; al contrario, la debacle económica mundial que ocasionó el Covid-19 hizo que los ricos se volvieran más ricos, mientras que millones de mexicanos cayeron en pobreza, perdieron su empleo y vieron mermados sus ingresos por la falta de apoyo gubernamental.
Las dos listas globales de multimillonarios más famosas (de Forbes y de Bloomberg) evidenciaron de nueva cuenta el problema estructural que tiene México –y casi todos los países emergentes– en cuanto a la distribución de la riqueza. El año pasado, en plena depresión económica, las 36 familias más ricas del país aumentaron su fortuna, medida en el valor de sus activos.
Según el ranking de Forbes, el año pasado las 36 principales fortunas del país sumaron 171 mil 490 millones de dólares, un 20% promedio más que en 2019. Carlos Slim , el hombre más rico de México, terminó 2020 con 55 mil 930 millones de dólares de riqueza personal, un aumento de 7.4%. Le siguió Germán Larrea , con un alza de 146.5% en la valuación de sus acciones, totalizando 27 mil 110 millones de dólares.
El tercer hombre más rico del país es Ricardo Salinas Pliego , con una riqueza de 12 mil 520 millones de dólares, 7% más que en 2019. En el cuarto lugar está Alberto Baillères , con 10 mil 480 millones de dólares, un aumento de 63.8%, y en el quinto puesto Juan Francisco Beckmann , con 7 mil 180 millones, 67% más que en el primer año de gobierno de AMLO.
Le siguen María Asunción Aramburuzabala , con 5 mil 630 millones de dólares (+1.1%), la familia Arango , con 4 mil 300 millones; los Servitje , con 3 mil 590 millones (+38.1%); Antonio del Valle , con 3 mil 10 millones (+0.3%), y la familia Robinson Bours , con 3 mil millones (+16.7%).
El incremento de la riqueza de los multimillonarios del país tiene que ver con diferentes factores, como el aumento del precio de los metales en el caso de Larrea y Baillerès, accionistas principales de las mineras Grupo México y Peñoles; el crecimiento del negocio de telecomunicaciones y el comercio en línea por la pandemia del Covid-19, en el de Slim y Salinas Pliego, propietarios de empresas en ambos sectores.
El poder económico de los multimillonarios en diferentes industrias como la avícola, de la familia Robinson Bours (Bachoco); del agave, de los Beckmann (Cuervo); en el sector inmobiliario, por parte de Aramburuzabala, y en el petroquímico, en el caso de la familia Del Valle (Orbia), hizo que sus dueños lograran sortear la crisis económica, por lo menos en lo que a sus fortunas personales se refiere.
Todo esto sin el apoyo del gobierno federal que, en contraste con muchos otros países, decidió no inyectar más dinero del presupuestado a la economía ni ayudar a los desempleados. La política social del presidente López Obrador tampoco evitó que cerca de 10 millones de mexicanos cayeran debajo de la línea de bienestar, es decir, en la pobreza, ni que cerca de 3 millones de trabajadores perdieran su empleo.
La política de no endeudamiento ni apoyo a empresas terminó afectando a las micro, pequeñas y medianas compañías, es decir, a la clase media que se precarizó a causa de la crisis y la falta de estímulos del gobierno.
El aumento de la fortuna de las familias más ricas de México exhibió que la estrategia de AMLO es fallida, pues ni logró contener la debacle económica y sus efectos negativos para las clases menos favorecidas, ni tampoco hizo que los más ricos disminuyeran sus fortunas personales, que bien pudieron haberse invertido en la reactivación de sus empresas e industrias en las que operan si el discurso presidencial hubiera sido moderado.
Contrario a lo que prometió, López Obrador llegará a la mitad de su sexenio con más pobres, menos desarrollo, nulo crecimiento económico, más concentración de la riqueza y con un país vulnerado institucionalmente.
@MarioMal
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