El director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, es conocido por sus prolongadas ausencias públicas, sobre todo en casos de crisis.
Lo mismo le da que Pemex reporte una pérdida histórica de 562 mil millones de pesos en el primer trimestre de 2020, o que las calificadoras le quiten el grado de inversión por su pésimo desempeño y las decisiones erráticas de su administración. Pero más grave y obsceno es que el director de la petrolera no se haya dignado a ofrecer disculpas públicas, la reparación del daño y su renuncia por las más de siete muertes ocurridas en el hospital de Pemex en Tabasco por medicamentos contaminados. Es un escándalo que el presidente Andrés Manuel López Obrador, aun siendo su tierra, también desestimó diciendo que se “está investigando”.
Así como a Romero Oropeza no le importó la muerte de los trabajadores que recibieron medicamentos contaminados, al parecer tampoco le preocupan los contagios y fallecimientos por coronavirus ocurridos en las instalaciones de Pemex, los cuales, como ha sido la tónica del gobierno federal y de entidades como la Ciudad de México, están siendo subregistrados.
Esta semana, EL UNIVERSAL documentó que el nivel de riesgo para los trabajadores de Pemex y CFE es mayor que para los habitantes de municipios o alcaldías como Nezahualcóyotl, Ecatepec, Tlalpan o Benito Juárez, considerados como principales focos de contagio en el país. Las cifras, sin embargo, están siendo maquilladas.
Una serie de denuncias de organizaciones de trabajadores, de las cuales tiene copia la dirección de Pemex, evidencian la tragedia de contagios y muertes dentro de sus instalaciones que se ha querido esconder. Uno de los casos más escandalosos es la planta de Ciudad del Carmen, donde se reportan un promedio de dos muertes diarias por coronavirus de personal asignado a las plataformas, así como un subregistro de sospechas de contagios, los cuales ascienden a 50 casos por día, según las denuncias a las que tuvo acceso esta columna.
Se trata de trabajadores que en un alto porcentaje no son residentes de Ciudad del Carmen y que, sin procedimientos de control médico alguno, se desplazan hacia sus comunidades de origen (Ciudad de México, Veracruz, Coatzacoalcos, Villahermosa, Reynosa, Tampico y Ciudad Madero), trasladando consigo el virus hacia toda la comunidad derechohabiente de los servicios médicos de la petrolera.
En las denuncias se asegura que los hoteles en Ciudad del Carmen se ocupan casi al 100% como espacios de aislamiento, a los que se envía a trabajadores que presentan síntomas leves de malestar respiratorio; para que, 14 días después, puedan regresar directamente al helicóptero que los llevará a su centro de trabajo.
Como era de esperarse, los números oficiales de Pemex no reflejan la crudeza de la situación, pero sí retratan un escenario que aun así se observa complicado: 5 mil 329 casos sospechosos (alrededor de 5% de la población laboral), mil 59 contagiados (de los cuales 156 se encuentran en hospitalización) y 146 defunciones confirmadas por Covid-19.
Estadísticamente, la cifra rebasa ya la infraestructura que la propia empresa reportó dentro de sus servicios de salud para atender las insuficiencias respiratorias generadas por el SARS-CoV-2, en las cuales reportaron que en sus 46 centros de atención médica contaban con 10 unidades de terapia intensiva y un total de 103 ventiladores mecánicos.
Tampoco en su reporte de licitaciones, invitaciones o adjudicaciones directas se observa actividad o inversión adicional para contener o tratar la propagación del virus entre sus trabajadores, pues hasta la fecha –y desde febrero de 2020– se registran únicamente tres contratos relacionados con la emergencia sanitaria.
Así es como enfrenta el Covid-19 la empresa que dirige Octavio Romero y que se ha convertido en una obsesión malsana para el Presidente, aun en tiempos de crisis de salud. En Pemex aseguran que con el objetivo de mantener la plataforma de producción se descuidaron los protocolos de seguridad sanitaria emitidos por el propio el gobierno federal. Si esto se comprueba, sería más que un escándalo: sería criminal.
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