El destino de Hugo López-Gatell es el olvido y posiblemente la cárcel. El aún subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, quien al inicio de la crisis sanitaria se sintió superhéroe y se vendía como ‘rockstar’, terminó reducido a un funcionario subordinado al Presidente, que desdeñó la ciencia y privilegió la demagogia para alimentar, entre otras cosas, sus ambiciones políticas.

La pandemia del Covid-19 le dio vida y reflector, pero también será su némesis. Los 300 mil mexicanos muertos por el coronavirus, el subregistro que eleva la cifra a por lo menos el doble; el vergonzoso primer lugar de México en contagios de trabajadores del sector salud; la saturación de hospitales; la negligencia en el diseño e implementación de políticas que fomenten el uso del cubrebocas y la sana distancia, así como su ligereza en alertar sobre nuevos brotes y variantes del coronavirus, perseguirán a López-Gatell hasta las cortes.

Cuando llegue el momento, el Presidente lo va a desechar y lo dejará a su suerte como ha hecho con otros funcionarios que consideraba útiles. No se ve la posibilidad de que asuma una posición en 2024 que le garantice fuero, por lo que su rol podría seguir siendo ese fusible que se quema con la pandemia y con sus desastrosas consecuencias.

A pesar del momentáneo respaldo presidencial, y de los radicales del gabinete –entre ellos el vocero Jesús Ramírez , la secretaria general de Morena, Citláli Hernández , los propagandistas Epigmenio Ibarra y Paco Ignacio Taibo II , entre otros– López-Gatell tiene ya poco que ofrecer al gobierno de López Obrador.

Basta que el subsecretario mire hacia atrás para ver lo que ha pasado con sus excompañeros de gabinete, y entender que su figura es desechable, como la de muchos otros que han sido útiles en su momento a Andrés Manuel López Obrador y que fueron destituidos o renunciados, sin el menor reconocimiento y con lujo de maltratos.

Al igual que Alfonso Romo , Julio Scherer , Santiago Nieto o Arturo Herrera , el llamado zar anticovid tiene un valor coyuntural, que se perderá en el momento en que ya no sean necesarias sus intervenciones para minimizar el impacto de la crisis sanitaria, o cuando se requiera esa posición para un lopezobradorista puro que se encuentre en el desempleo.

La diferencia entre López-Gatell y la mayoría de los funcionarios que han caído de la gracia del Presidente es que estos dejaron las filas de la 4T por hacer bien su trabajo, como colocar en los oídos presidenciales las posturas, propuestas y necesidades del sector empresarial; diseñar y operar una estructura de lucha contra el lavado de dinero, o manejar responsablemente las finanzas del país.

López-Gatell no tendrá, fuera de la función pública, esas cartas credenciales que le permitan mantener al menos una buena reputación. El funcionario pasará a las páginas negras de la historia por declaraciones y conceptos como que el Covid-19 es menos peligroso que la influenza, que vacunar a un menor significa quitar dosis a personas con mayor riesgo o que no existe evidencia de la alta virulencia de la nueva cepa del Covid-19, denominada ómicron, a pesar de que se percibe como una nueva amenaza internacional.

Las futuras generaciones recordarán a López-Gatell por su inolvidable frase de que “el Presidente es una fuerza moral y no de contagio”, con la que se ganó las críticas de la oposición y de la opinión pública en general.

Dicha frase, convertida en elogio, lo mantiene paradójicamente con vida en un gobierno que tiende a la radicalización, en el que el mayor mérito de los funcionarios consiste en seguir las órdenes del mandatario.

No obstante, el permiso de presentarse como quien toma las decisiones técnicas y científicas de la pandemia son una manzana envenenada que muy pronto tendrá sus efectos, y que podrían llevar al todavía empoderado subsecretario a pisar la prisión por los delitos de genocidio, crímenes de lesa humanidad y falsedad de información.

Muchos querrán ese destino para López-Gatell, a quien le esperan, después del gabinete, el olvido y los tribunales.

Posdata

El secretario de Hacienda recibió su primer regaño público. Ayer, durante una gira por Oaxaca, el Presidente preguntó por Rogelio Ramírez de la O , quien lo acompañaba en su recorrido en una comunidad de Valles Centrales. Su jefe de la Ayudantía, Daniel Asaf , respondió que se había ido a la camioneta. “Es mucho pueblo para él”, dijo AMLO.

Luego intentó enmendar el reclamo con un video en el que reconoce la trayectoria del doctor en Economía por la Universidad de Cambridge. Dicen que la forma es fondo, y quizá por eso el secretario ha preferido no asomar la cabeza.

La Llorona en Xochimilco

Este fin de semana concluyó en Xochimilco la temporada de representaciones de “La Llorona”, una obra que atrajo a alrededor de 50 mil espectadores nacionales e internacionales durante octubre y noviembre. De acuerdo con la alcaldía que lleva José Carlos Acosta , la derrama económica que dejó la representación teatral superó 25 millones de pesos, que se suman a los alrededor de 500 millones de pesos que, por la venta de plantas de ornato, se espera generar en la demarcación durante el cierre de año, como parte de la reactivación económica de la zona.

@MarioMal
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