A Andrés Manuel López Obrador le gusta jugar con fuego y llevar todas las situaciones al límite. Así lo ha hecho con Estados Unidos desde que estaba en campaña y luego como presidente electo, con la negociación del T-MEC. A Donald Trump , si bien lo trató condescendientemente, también le plantó cara con su amago de imponer aranceles al sector automotriz y le dijo que no “permitiría que trataran a México como piñata”.

Con el actual presidente de Estados Unidos las cosas han sido un poco diferentes. Las buenas maneras de Joe Biden han sido aprovechadas por López Obrador, quien es más parecido a Trump: un fajador que le gusta enfrentarse a golpes con sus adversarios. Por si fuera poco, la rápida pérdida de popularidad del exvicepresidente de Barack Obama le ha dado a AMLO más armas para contraatacar al vecino del norte, rompiendo códigos diplomáticos y cruzando líneas rojas que gobiernos anteriores no habían hecho.

La polémica más reciente es la asistencia de López Obrador a la Cumbre de las Américas que comienza el próximo lunes. El presidente de México condicionó su participación a la invitación de los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, países donde no hay un Estado democrático. Hasta ayer, el Presidente no había confirmado si viajará a Los Ángeles, California, donde se llevará a cabo la reunión de alto nivel. Se da por sentado que no irá, a pesar de que el miércoles un representante de la Casa Blanca reveló que el presidente Joe Biden, personalmente, desea que asista su homólogo mexicano.

La simple falta de cortesía de no asistir y hacer esperar hasta el último minuto al gobierno de Estados Unidos es considerado una afrenta, sobre todo después de la gira de López Obrador a Centroamérica y la invitación previa de los presidentes Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro a México. El mensaje es que el gobierno de México prefiera a gobiernos antidemocráticos que a su principal socio comercial y generador de inversión extranjera.

Precisamente, hablando de inversión extranjera, el embajador Ken Salazar ha visitado varias veces el Palacio Nacional para tratar de solucionar pleitos legales de empresas estadounidenses en territorio nacional por los cambios de reglas y contratos. López Obrador ha preferido decir que es para hacer anuncios de inversión, pero no: las empresas de todos los sectores están a punto de solicitar los paneles de solución de controversias del T-MEC.

El asilo de Assange

En enero del año pasado, AMLO reveló que pidió a Donald Trump exonerar a Julian Assange en una carta que envió al ahora expresidente de Estados Unidos, antes de que terminara su mandato. La solicitud la reiteró la semana pasada con comentarios puntuales a propósito de audios y videos que han sido ventilados en las redes sociales aquí en México.

“Es un acto vergonzoso que se le persiga a una persona que da a conocer información valiosa (...) en la que se revelan delitos”, señaló. “Se castiga al que presenta la información porque supuestamente está violando temas confidenciales, cuando por encima está la esencia de lo revelado”, agregó.

El caso Layda-Alito

Conforme se revelan más audios del presidente del PRI, Alejandro Moreno , por parte de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores , más cosas empiezan a aclararse. La denuncia de Alito ante la FGR fue por espionaje, es decir, acusa que le hackearon su teléfono para escuchar sus conversaciones. Y la otra, que al parecer no tienen bien registrada las autoridades ni la propia Layda: en Campeche los gobernantes no tienen fuero, por lo que, de ser encontrada responsable por el espionaje, la Fiscalía la tendría que tratar como a cualquier persona.

@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com


 

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.