La presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, dio un golpe de autoridad; un golpe de legitimidad. Se trata del segundo round ganado por la ministra que llegó a lo más alto del Poder Judicial con el apoyo de la mayoría de sus compañeros y compañeras, quienes han sido agraviados por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El primer round lo ganó al rebasar por la derecha al Presidente para imponerse como máxima autoridad del Poder Judicial, a contracorriente de los deseos y de la operación del gobierno federal. Este es el segundo manotazo sobre la mesa para declarar la independencia de la Corte y del Consejo de la Judicatura Federal, echando por tierra el esquema de entregar formalmente la seguridad ciudadana a las Fuerzas Armadas.
Ayer adelantamos que por lo menos seis ministros perfilaban su voto en favor del proyecto de Juan Luis González Alcántara, pero faltaba la definición de la ministra Margarita Ríos-Farjat, quien terminó votando a favor del proyecto, dándole la puntilla a la intención del presidente López Obrador de mantener su proyecto militarista de seguridad pública.
La ministra Loretta Ortiz votó como se esperaba, fiel a los intereses del gobierno que la proyectó a la Corte, igual que lo hicieron la ministra Yasmín Esquivel y el expresidente del máximo órgano de impartición de justicia, Arturo Zaldívar.
Al igual que en el proceso de elección de presidenta del órgano judicial, la intención de voto de los ministros no se definió sino hasta unas horas antes de la sesión del martes. Por la mañana circuló la versión de que el fiel de la balanza sería el voto del ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien operó con el expresidente Zaldívar para sucederlo en la presidencia de la Corte, pero perdió frente al bloque “conservador”, es decir el que prefirió la independencia del Poder Judicial antes de la sumisión, sobre todo luego de los ataques frontales desde Palacio Nacional.
“El ministro más rico”, como lo llamara el presidente López Obrador, buscó la presidencia de la Corte con una estrategia de acercamiento al Ejecutivo. Ortiz Mena ofrecía una línea de continuidad respecto a la gestión del ministro Zaldívar, con la que trabajaba cómodamente López Obrador.
Detrás del revés al presidente López Obrador y al Ejército Mexicano está la todopoderosa ministra Norma Piña, quien mantiene una alianza con el autor del proyecto que se puso a votación, el ministro Juan Luis González Alcántara, que también se ha afianzado en la Corte como una pieza que articula las estrategias que vienen desde su presidenta y es el que apaga fuegos de índole interna.
González Alcántara toma fuerza en la Corte de la mano de su presidenta, de la misma forma que Norma Piña toma fuerza en el ámbito político de la mano de su nuevo estratega, a pesar de que este haya sido ungido como ministro por la operación de Julio Scherer con la venia de López Obrador. La gran incógnita siguen siendo las intenciones en este tema del exconsejero jurídico, aquel que el presidente considera como su “hermano”.
La respuesta podría estar relacionada con los más de 30 mil millones de pesos que representa en negocios la administración de la Guardia Nacional, los cuales serían muy útiles para un gobierno que llegue en el 2024… probablemente, el de Claudia Sheinbaum.
Posdata
Seis veces se ha reunido el presidente López Obrador con la heredera del Grupo Santander, Ana Botín, en lo que va del sexenio. El mandatario mexicano lo dice sin empacho: “Es mi amiga”, y asimismo, uno de los más grandes bancos de España –el segundo más grande de México por número de activos y el cuarto por número de clientes– se mantiene como uno de los preferidos de los consumidores mexicanos y del gobierno.
Las visitas recurrentes a México de Ana Botín son, por una parte, porque le encanta el país, y por otra porque representa la “joya de la corona” en términos de utilidades, lo mismo que su competencia, el BBVA.
El presidente López Obrador, sin embargo, le ha tomado cariño a su “banquera de confianza”, pues es la única que lo ha visto tantas veces y a quien le encargó la relación de los inversionistas mexicanos con España. Así de cercana es la relación del Ejecutivo con la heredera del banco español, donde un mexicano, Carlos Fernández, el ex CEO de Grupo Modelo, es su principal inversionista individual.