"México es la dictadura perfecta”, dijo el escritor Mario Vargas Llosa en un debate de intelectuales en agosto de 1990. Se refirió a la permanencia del PRI en el gobierno, que en ese entonces llevaba 60 años en el poder. “Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible".
Por esas fechas Andrés Manuel López Obrador era presidente del PRD en Tabasco y ya había peleado, perdido y acusado de fraude a otro político: al priísta Salvador Neme Castillo, a quien dos años después terminó sacando a patadas de la gubernatura de su natal Tabasco.
Veintiocho años –y varias batallas, marchas, plantones y mítines– pasaron desde aquel emblemático 1990 para que Andrés Manuel López Obrador terminará sacando, también a patadas, al PRI de la Presidencia de la República con una votación histórica.
“¡Nos dejaron pasar, nos dejaron pasar!”, exclamó incrédulo López Obrador ante su familia y su círculo más cercano cuando el conteo rápido del INE le dio la victoria en las elecciones presidenciales del 2018. Más tarde, en su casa de Tlalpan, repetiría aquel mantra al calor de unas copas frente a un grupo de empresarios que meses después integrarían su Consejo Asesor Empresarial.
Pero más pronto que tarde, el AMLO que el 2 de julio de 2018 hizo historia, con un gran apoyo popular y con la mayoría del Poder Legislativo, se emborrachó de poder, se le nubló la vista y terminó por convertir a su gobierno en otra dictadura perfecta, esta sí de un solo hombre. Basta platicar con algunos de sus ex colaboradores para entender la transfiguración del luchador social, eterno candidato y ex jefe de Gobierno, al presidente omnipotente que cree que todo lo que toca –y lo que decide– es cuasi divino.
Y como si fuera una mala broma o una pésima premonición, el mismo Vargas Llosa que 30 años atrás catalogó al PRI como una “dictadura perfecta”, volvió a referirse a este concepto en noviembre del 2019, casi un año después de que López Obrador tomó posesión de la Presidencia de México. “Temo muchísimo que el populismo, que parece realmente la ideología del actual Presidente de México, nos conduzca otra vez a la dictadura perfecta o imperfecta, pero dictadura al fin”.
Y al cabo de 16 meses de gobierno, aquí estamos los mexicanos, no solo con una dictadura perfecta sino con una tormenta perfecta que hará que Andrés Manuel López Obrador vuelva a hacer historia, esta vez como el Presidente que consiguió hilar dos años de contracciones económicas y que se burló del mundo mientras una pandemia corría como pólvora por todos los países sin que nadie la pudiera contener.
La tormenta perfecta para México, aunque le duela al Presidente y a sus fieles del gabinete y en las redes sociales, tiene mucho que ver con su gobierno y con sus políticas públicas erradas que atentan contra de la inversión privada, ya sea extranjera o nacional, y contra la confianza de los consumidores.
¿Era mucho pedir que AMLO escuchara a su secretario de Hacienda, Arturo Herrera, a quien le confió la política económica del país, cuando decía que por cada peso que invierte el gobierno federal el sector privado destina 6.7 veces más?
¿Era mucho pedir que el Presidente le bajara dos rayitas a su soberbia para escuchar el llamado de los inversionistas, que desde 2019 prendieron las alertas en México por las posturas radicales no solo del titular del ejecutivo, sino de sus funcionarios tóxicos como Rocío Nahle y Manuel Bartlett que le cuestan varios puntos o décimas de punto al riesgo país de México?
¿Era mucho pedir que el Presidente hiciera caso de los indicadores como el empleo, la inversión, la confianza empresarial y el consumo para evitar que, a contracorriente de Estados Unidos y de buena parte del mundo, la economía mexicana se contrajera 0.1% en 2019?
¿Era mucho pedir que el Presidente, viendo las alertas y la contingencia de salud en China y Europa, actuara rápido para prevenir una ola de contagios de Covid-19 en México, y con ello evitar que todo el mundo nos viera, de por sí vulnerables, más proclives a enfrentar una larga recesión porque no es cierto que estamos ‘blindamos’ y porque en medio de la crisis de confianza de los inversionistas se le ocurre cancelar una planta de mil 400 millones de dólares?
Todos estos buenos deseos, no cumplidos, hoy se reflejan en cómo nos ven en el mundo? Para muestra, ayer la calificadora S&P le bajó la nota a México por el desplome del precio del petróleo y la consecuente inacción de Pemex, y por la destrucción de confianza del gobierno federal hacia la inversión privada. También este jueves el banco de inversión JP Morgan pronosticó que la economía mexicana va a desplomarse 35.5% en el segundo trimestre del año y un total de -7% para 2020. Si se cumplen los pronósticos, sería la peor caída desde 1932.
Posdata
De esta crisis ninguna estampita nos puede salvar, solo un verdadero Pacto por México.
PISA cumple 75 años y se compromete con empleados
En medio de la crisis en México y el mundo por la pandemia del Covid-19, la farmacéutica mexicana PISA, al mando de Carlos Álvarez Bermejillo, cumple 75 años de operaciones.
La firma con sede en Jalisco concentra sus esfuerzos en el desarrollo, producción e investigación de tratamientos que contribuyan a la salud de los mexicanos. Su portafolio se compone de mil 500 productos, medicamentos y servicios integrales en 12 países, en los que cuenta con 20 mil colaboradores, la mayoría basados en nuestro país.
Ante la contingencia sanitaria asegura que preservará las fuentes de empleo, así que una buena noticia de la firma fundada por el profesor Miguel Álvarez Ochoa, en tiempos en los que hacen mucha falta.
@MarioMal
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