Andrés Manuel López Obrador es el único de los “líderes de izquierda” mexicanos que ha conseguido llegar a la Presidencia del país. Además de que los tiempos políticos y sociales se acomodaron, la explicación de fondo es su perseverancia de haber recorrido el país cerca de 30 años. “Soy perseverante, terco y necio”, dijo en mayo del 2018, previo a las elecciones en las que resultó ser el mandatario más votado.
Sin embargo, esa perseverancia, terquedad y necedad no lo pasarán a la historia como el “líder” que pretendía ser. Por lo menos eso es lo que le han criticado, directa e indirectamente, sus mentores y quienes construyeron los cimientos de una izquierda democrática que se fue haciendo de territorios como la Ciudad de México y obtuvo posiciones en el Congreso federal, los congresos locales y finalmente la Presidencia en 2018.
La reflexión vale la pena tras la muerte de Porfirio Muñoz Ledo, un líder político que por más de seis décadas luchó por la democracia, las alternancias, las instituciones y el pleno Estado de Derecho. “Todo un hombre de Estado”, lo describen la mayoría de las generaciones que los vieron pasar.
Quizá por ese empeño de tantas décadas, Muñoz Ledo dedicó sus últimos años a ser uno de los más férreos detractores de este gobierno y particularmente de Andrés Manuel López Obrador, con quien le tocó librar grandes batallas. Pero no es el único. Con Manuel Camacho Solís también se distanció y a Cuauhtémoc Cárdenas lo mantiene a raya para no considerarlo abiertamente su “adversario”.
El icónico político de izquierda, fundador del PRD y miembro de la Corriente Democrática murió decepcionado del Estado que construyó –o destruyó– López Obrador, al grado de denunciar que este gobierno tiene un contubernio con el crimen organizado.
Muñoz Ledo, con toda su experiencia diplomática, deploró la política migratoria de la 4T, supeditada a los “caprichos” de Estados Unidos. Cuestionó los deseos de Palacio Nacional por extender el periodo en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación del ministro Arturo Zaldívar, así como el fallido intento de ampliar la gubernatura de Jaime Bonilla en Baja California, cuando los ciudadanos habían votado por una administración de solo dos años.
López Obrador resintió siempre la crítica de quien llegó a considerar uno de los grandes líderes de la izquierda. Aun en el mensaje póstumo tuvo que reconocer las amplias “discrepancias” que experimentó con quien sobre él y su gobierno hizo comentarios que calificó de “corrientes” y “vulgares”. Por eso López Obrador no metió las manos cuando Mario Delgado lo marginó del derecho a buscar la reelección como diputado y menos cuando quiso ser el presidente de Morena.
Otros liderazgos de izquierda comentan que el mismo enfrentamiento habría tenido Camacho Solís con López Obrador si el exsenador hubiera tenido un poco más de tiempo para evaluar las tendencias radicales y antidemocráticas de Morena. Uno de los pupilos de este político de altos vuelos es hoy es una de las “corcholatas” que buscan la candidatura presidencial de Morena. Marcelo Ebrard, ahijado político de Manuel Camacho, sabe que no es el preferido de López Obrador y que el tabasqueño cree que lo va a traicionar.
Camacho Solís coordinó la coalición de los partidos de izquierda que impulsaron la segunda candidatura presidencial de López Obrador en 2012, justo cuando Ebrard, en su mejor momento político –saliendo de la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal– dejó pasar al hoy Presidente para enfrentarse en las urnas con el entonces fenómeno mercadológico de Enrique Peña Nieto.
Consumada la derrota del entonces también candidato del PRD, Camacho se alineó a los trabajos del famoso “Pacto por México” y López Obrador nunca se lo perdonó, como tampoco parece perdonar a su excanciller, a quien en el fondo tacha de neoliberal.
El Pacto de Peña Nieto que buscaba preservar la gobernabilidad tampoco fue tan mal visto por Cuauhtémoc Cárdenas, quien también inició en ese momento su distanciamiento con López Obrador. Se sumaron las críticas del “ingeniero” a la estrategia de seguridad, a la relación con los Estados Unidos y hasta a la manera en que se manejó el proceso de revocación de mandato. El desencuentro tuvo su punto más álgido cuando Movimiento Ciudadano anunció que Cárdenas apoyaba un proyecto de oposición denominado Mexicolectivo; ahí prefirió bajarse para no convertirse en un abierto “adversario político”.
Sus tendencias mesiánicas, autoritarias y la falta de respeto a las instituciones, incluido el INE, pese a que considera que “lo dejaron pasar” –tal cual exclamó eufórico cuando fue declarado presidente electo en las encuestas de salida del 2018–, hicieron que López Obrador fuera no solo no reconocido, sino abandonado por los líderes de la izquierda mexicana.
Posdata 1
En este espacio adelantamos los detalles de la reunión entre el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados y coordinador de Morena, Ignacio Mier con la ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, en la que se extendió la invitación de acudir al Palacio de San Lázaro a escuchar las conclusiones de los conservatorios de Morena sobre la manera en la que se eligen a los ministras y las ministras del máximo tribunal.
La presidenta se disculpó por no poder acudir, debido a temas de trabajo, en la reunión personal con Mier, y luego lo hizo formalmente, tras emitir una respuesta a la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, sobre la prohibición constitucional para que los ministros y ministras obtengan una mayor remuneración que la del Presidente.
Como lo expusimos la semana pasada, no tod@s l@s ministr@s rechazaron la invitación. El miércoles van a asistir las ministras Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, muy cercanas a la 4T. La novedad es que también asistirá a escuchar las conclusiones de los conversatorios –que serán parte de la reforma que proponga el presidente Andrés Manuel López Obrador en septiembre del próximo año para renovar la SCJN– el ministro Javier Laynez, quien ha subido en su ponencia algunas de las impugnaciones de reformas legales impulsadas por Morena.
Posdata 2
La empresa Lipu, perteneciente a Traxión, puso en marcha una tienda online donde turistas y residentes del Valle de México podrán contratar viajes especiales para trasladarse a diversas atracciones de la Ciudad de México y los estados aledaños.
Este sitio, que representa una apuesta de la empresa que dirige Aby Lijtszain, busca lograr un impulso en estas vacaciones de verano, pues la CDMX es una de las más visitadas del país. De enero a mayo del 2023 recibió 5.6 millones de turistas. El objetivo es que Lipu se expanda a otras ciudades y estados de la República. Su apuesta es convertirse en un líder en soluciones de movilidad de personas a nivel nacional.
@MarioMal