Quienes conocen bien a Juan Collado dicen que es un hombre de muy buen trato, “amigo de sus amigos” y leal a sus clientes. El otrora “abogado de los poderosos” cayó en desgracia a inicios del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Collado fue detenido el segundo martes de julio de 2019 al salir del restaurante Morton’s de las Lomas de Chapultepec, en compañía del también entonces poderoso líder petrolero, Carlos Romero Deschamps.
Al prominente abogado lo acusaron por lavado de dinero, asociación delictuosa, operaciones con recursos de procedencia ilícita y fraude. En el fondo, era un ajustes de cuentas: Collado representaba todo lo que el gobierno de López Obrador prometió acabar: bodas suntuosas con invitados del jet set como el cantante español Julio Iglesias, cuentas en paraísos fiscales, abogado de Carlos Salinas de Gortari, Carlos Romero Deschamps, Enrique Peña Nieto y muchos otros políticos de altos vuelos del viejo régimen.
A AMLO sus asesores jurídicos le vendieron bien el tema: un golpe de legitimidad y un mensaje a sus adversarios; cientos de millones de dólares resguardados en Andorra; una caja popular de miles de millones de pesos y, sobre todo, a un posible “soplón” dispuesto a denunciar a sus amigos. Pero la 4T se topó con pared y no pudieron despojarlo de nada y tampoco lo hicieron “cantar”. Lo que sí sucedió fue que su salud se deterioró al punto de riesgo de muerte.
Convicto, Juan Collado tuvo que ser intervenido varias veces por un problema de columna y del corazón. En sus más de cuatro años preso tuvo que salir de emergencia más de 10 veces a diferentes hospitales para ser tratado. Pese a su delicado estado de salud se mantuvo preso y, aunque denunció extorsiones ante la FGR para lograr un acuerdo reparatorio y un criterio de oportunidad, su caso se cayó por presiones políticas y argucias judiciales.
Este jueves, Collado logró que un juez le cambiara la medida cautelar y se pudiera ir a su casa, aunque se quedará en el hospital Ángeles del Pedregal hasta que se recupere. Sus cercanos aseguran que su situación de columna es tan delicada que puede quedar paralítico si se tropieza. Lo mismo con los tres stents que le pusieron para combatir sus afecciones cardiacas.
Su salida del Reclusorio Norte fue solo un cambio de medida cautelar, pero se mantienen abiertas las cuatro causas penales. Su abogado Mauricio Flores sigue la estrategia de conseguir un acuerdo reparatorio para su cliente, lo cual podría ser relativamente más fácil tras abandonar la prisión.
Se sabe que no estaba en el ánimo del presidente López Obrador ni de la FGR mantenerlo encarcelado y quizá tampoco con las causas penales abiertas. Collado, dicen sus conocidos, es de esos abogados que lo que no lo mata lo hace más fuerte. Ya se verá si le alcanzarán las fuerzas para salir bien librado de las acusaciones y si combatirá a sus detractores.
Posdata
Una anécdota del Reclusorio Norte, donde convivió con el exprocurador Jesús Murillo Karam, también con graves problemas cardiacos. Una vez que Murillo se estaba “muriendo” por un preinfarto, fueron los medicamentos que le suministró el “exabogado de los poderosos” lo que le permitió llegar al hospital.
@MarioMal