Tan pronto como apareció, está desapareciendo. Me refiero al impacto mediático de Xóchitl, el genial invento de la derechiza en México, sin más reflexión que poner a otra mujer para neutralizar el efecto Claudia -éste sí verdadero-, quien trabajó no sólo para su candidatura a coordinadora nacional de los comités de la 4T, sino al derecho que le asiste como mujer para aspirar a la presidencia de la república.

Lo que comenzó cómo el fenómeno mediático Xóchitl se ha quedado en un mero chispazo, que únicamente recogió el voto anti AMLO, pero que, rápidamente, ha mostrado su verdadero rostro, perdiendo el gas que no la deja subir más, ante las pifias, errores, vulgaridades, contradicciones y posible corrupción, que carga a cuestas la susodicha en su ya pesada mochila azul, que incluso, le han hecho bajar en las preferencias electorales, como lo muestran las últimas encuestas, donde enfrenta una diferencia de hasta 30 puntos porcentuales, casi imposible de superar.

Vemos qué trae en su interior la mochila azul, aparte del descolorido color exterior, debido al desgaste de muchos años, donde el azul, gracias a la mugre acumulada, por momentos parece rojo, verde y hasta amarillo, donde los vivos blancos han perdido su pureza, al mezclarse con oscuras manchas del pasado.

“La de la mochila azul, la de ojitos dormilones, me dejó gran inquietud y bajas calificaciones”, cantan con entusiasmo sus detractores al auscultar su pesado bulto.

En su interior se encuentran varios cuadernos, estilo italiano, doble raya, donde lleva registro de todos los moches por los que ha sido señalada cuando fue delegada en la demarcación de Miguel Hidalgo, donde gracias a sus habilidades empresariales, logró obtener no sólo grandes ganancias, a través de una empresa familiar, sino una casa de ladrillo rojo, valuada en más de 15 millones de pesos, pero que, en pago a favores, le costó solamente 9 millones. Ahí habita ella irregularmente, pues ni siquiera cuenta con los permisos de uso, prueba del desparpajo con que actuaba en ese entonces.

También se localizaron dos cuadernos estilo francés, repleto de planas en letra manuscrita, con la leyenda “yo, la reina Xóchitl, me meresco (sic) todo”, que repite día y moche para no sentir remordimiento por las faltas cometidas.

Más al fondo de la mochila azul, se hallaron dos gelatinas echadas a perder, pues llevan años ahí, no como postre olvidado, sino como terapia para recordarle siempre su triste infancia, a las que veía con rencor cada que hacía un negocio, repitiendo en su interior: “Qué te pasa, chiquilla qué te pasa, me dicen en la escuela y me preguntan en la casa. Y hasta ahora lo supe de repente, cuando oí pasar la lista y el moche no estuvo presente”.

Igualmente, se encontró un cuadernillo, con el título “Diseño de edificios verdes e inteligentes”, mediante el cual Xóchitl se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 2010, como ingeniera en computación, donde utilizó, sin citar -como se acostumbra en trabajos académicos- las fuentes de su contenido, a fin de dar crédito a los autores, no le hace que sea internet, Wikipedia o el libro vaquero, pues la calidad de la fuente no importa, lo esencial son los créditos. De no hacerlo así, se considera plagio o robo de las ideas.

Me imagino qué habría pasado si a ella le hubieran exigido una tesis o tesina para titularse. Seguramente, el plagio habría sido mayor o bien, seguiría de pasante, ante la falta de ideas propias, que no dieron ni para un cuadernillo. Lo mismo digo en el caso de Yasmín, que hizo lo idem, lo cual confirma que titularse en la UNAM sigue siendo una debilidad académica, que obliga a algunos o algunas a recurrir al plagio o, de plano, a comprar una tesis ya hecha allá por Santo Domingo.

Sería tan fácil seguir el modelo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) -mi alma mater-, cuyo proceso de titulación es distinto y menos complicado, pues desde un año antes se empieza a estructurar una tesina de mínimo 60 cuartillas, cuyo desarrollo va ligado a las materias de metodología de la investigación, que se cursaban en el 10º, 11º, y 12º trimestres, y que obligaba, tanto al rigor científico, como al avance puntual del documento.

Recuerdo que, en mi caso, leí una veintena de libros y consulté los periódicos de los últimos 3 meses del gobierno de López Portillo, para acumular 153 citas en todo el documento de 174 páginas. La presentación de la tesina ante sinodales era opcional, si uno quería lucirse, por lo que la terminación de la tesina coincidía necesariamente con el fin de la carrera y la titulación.

Si en México fuéramos serios, ni Xóchitl, ni Yasmín, ni ningún otro plagiario, debería ocupar cargo alguno en el servicio público de carrera, pues han recurrido, primero, al robo de ideas, luego a la mentira para defenderse y, por último, a la desfachatez para aceptar su error con total desparpajo, es decir, ofensas que una sociedad no puede soslayar.

Al último, la de la mochila azul carga un juego de maquillaje, incluido un lápiz labial, el cual usa para transformarse en exitosa empresaria, con muchos fierros y colguijes en oídos y garganta, que esconden sus raíces indígenas, que ya no le van con su personalidad despreocupada, chistosa y grosera al más no poder, que ofende a todos los pueblos indígenas de México.

No me imagino a Bartolina Sisa, guerrera Aymara y Virreina Inca, asesinada y descuartizada brutalmente por tropas españolas, el 5 de septiembre de 1782, toda pintarrajeada, y cuya fecha se tomó para celebrar el Día Internacional de la Mujer Indígena que, por cierto, no recuerdo a nadie en México haberla conmemorado hace algunas semanas atrás. Tampoco imagino a Rigoberta Menchú (Guatemala), premio Nobel de la Paz en 1992 y candidata presidencial, maquillarse o pintarse el cabello, mucho menos usar costosos huipiles, sino ropas auténticas indígenas que porta orgullosamente por días y lavadas a mano en el río.

Así que Xóchitl, la de la mochila azul, ofende no sólo con su disfraz de indígena, pues ya no lo es; igual con su léxico vulgar y grosero, que sí lo es; práctica el tráfico de influencias y la corrupción; y ahora también le hace al robo de ideas y al plagio. Sin duda alguna, digna representante de la derechiza mexicana y mafia que le acompaña.

Politólogo y exdiplomático

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