No cabe duda que esta última cumbre de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) atrajo la atención de medio mundo -y quizá más-, pues estuvo plena de significados antes, durante y después de su celebración, que quedaran grabados como el inicio de un nuevo proceso regional que pudiera traer consigo una nueva correlación de fuerzas, así como nuevos liderazgos y un renovado organismo regional, montado en el caballo de la integración.

Primero, la visita previa del presidente de Cuba a México, que ha dado mucho de qué hablar, no sólo por su significado en sí misma, reviviendo viejos momentos en que ambos países eran los mejores amigos y aliados, sino por las repercusiones que ello pudiera traer a la relación bilateral con los EU, principal destinatario de los mensajes de ambos presidentes.

Como mencioné en un artículo anterior, el discurso y acciones que México está construyendo al frente de la CELAC han roto con una máxima no escrita de la política exterior mexicana, en el sentido de no afectar la relación prioritaria con los EU ni con el pétalo de una rosa. Los varios e insistentes mensajes de AMLO para aliviar las presiones, especialmente por el embargo a la isla por parte de aquel país, no pueden quedar sin respuesta, ya sea para bien o para mal de la relación bilateral.

Segundo, sobre la nueva correlación de fuerzas en el continente me parece que aparte de subrayar el regreso de los gobiernos de corte social, lo que está en disputa y en debate es el tipo de liderazgo de EU sobre la región. Y me explico. EU ha ejercido su poder como potencia en América Latina y el Caribe a base de la fuerza, su visión hegemónica, su proyecto y su agenda. Sin embargo, nunca se ha detenido a preguntar si los países del vecindario están o no de acuerdo. Esa ha sido la inercia de buena parte del siglo XX y lo que va de esta nueva centuria.

Por ello, algunos países de la América Latina y el Caribe no están dispuestos a seguir por ese camino, por lo que están pugnando por nuevos términos de referencia de esa relación o bien, un verdadero acuerdo entre todos los países para establecer una mejor convivencia, ya no de potencia a países, sino de país a país o, en el mejor de los casos, de aliados.

El acierto de México -por llamarlo de alguna manera- ha sido identificar este momento como la coyuntura propicia para abrir el debate y encabezarlo, a través de los llamados a EU para superar algunas prácticas, así como el resurgimiento de la CELAC, como otra forma de ponderar ese liderazgo en la zona.

Y eso nos lleva al tercer punto, los nuevos liderazgos en el continente, comenzando por México, donde pareciera en principio que no sólo se busca reemplazar a EU de ese papel, sino excluirlo de la nueva realidad latinoamericana y caribeña que intenta avanzar sin la tutela de la potencia. Una apuesta por demás arriesgada. Para ello, México cuenta con un amplio poder de convocatoria, lo mismo gobiernos de corte social -aliados naturales-, que de izquierda o de derecha, como fue atestiguado en esta última cumbre de CELAC. Sin embargo, de ahí a excluir a EU de cualquier nueva convivencia continental me parece muy poco probable.

Para cerrar con broche de oro, la reunión de la CELAC terminó con un mensaje del presidente de China, Xi Jinpin., mediante el cual anuncia su interés de profundizar sus inversiones y el comercio con la región, lo cual puede ser interpretado como un claro desafío, precisamente al liderazgo de EU en su propia zona de influencia, donde podría haber muchos daños colaterales.

Finalmente, la pregunta es si la CELAC es el foro y la mejor alternativa para debatir sobre el liderazgo de EU. Me parece que sí y no. Nuevamente me explico: sí, porque de entrada la CELAC tiene el mayor nivel de representación de los países, como son las cumbres presidenciales, que no tiene la OEA u otro organismo regional; no, porque EU está excluido del mecanismo, por definición. Entonces, el debate se convierte en un diálogo unilateral que no lleva a nada, como quedó de manifiesto en el encuentro.

Entonces, ¿cuál es el papel que está jugando la CELAC en todo esto? Creo que está tratando claramente de minimizar el papel de la OEA -incluso forzarla a estallar-, al ser el foro multilateral donde EU ejerce su poder, su hegemonía, su proyecto y su agenda y, por tanto, su liderazgo. En esos términos, me temo que no hay lugar en el continente para los dos organismos. Pero si lo que se busca es que la CELAC remplace a la OEA, entonces habrá que buscar la manera de que EU quede incluido, ya que ese país no dejará que su foro regional desaparezca y, de paso, se le excluya del nuevo. Esa es la cuestión.

Como líder de este proceso, México está tratando de forzar las cosas al máximo, tanto a nivel bilateral, como multilateral -con el sello característico de AMLO-, es decir, a través de llamados directos a EU a tomar distancia de algunos temas en la región -caso Cuba hasta ahora- o bien, mediante la utilización de la CELAC como instrumento de presión para terminar con una desprestigiada OEA y, con ello, minar igual el liderazgo de EU. Esta alternativa tiene el riesgo de provocar una reacción violenta de EU que a nadie conviene.

La otra opción es buscar lo mismo, pero de manera negociada y con el consenso de todos los países, incluyendo EU. Esto es, establecer un diálogo abierto con EU, tal vez acompañado por un grupo de países núcleo de cada subregión, en el que se hable abiertamente de la necesidad de establecer los nuevos términos de referencia en la relación, además de un amplio debate al seno de la CELAC sobre las prioridades de la región y la forma de enfrentarlas, así como el nuevo papel de EU.

Antes de arribar a una conclusión, quiero solamente advertir algo que he logrado confirmar en mis 30 años de carrera en el servicio exterior mexicano, la mayoría de ellos en EU y América Latina: EU no ha acabado de entender a la región. No solamente hablamos idiomas distintos, sino pensamos, actuamos y escribimos diferente, por lo que tenemos concepciones distintas de la vida, la política, la historia y la cultura. Y eso ha provocado enfoques opuestos para resolver las cosas. Y ahí están los muchos ejemplos.

En consecuencia, estamos en un momento de redefinición de fuerzas, liderazgos, intereses y papeles que permitirían, por un lado, cerrar el ciclo de una etapa dominada aún por el enfoque hegemónico EU y, por otro, el inicio de un nuevo proceso regional que quiere ser encabezado por los nuevos gobiernos de corte social, montados en la integración como objetivo y en una CELAC como instrumento. ¿Cuál sería el papel de EU? está por verse.

¿Celac o no Celac?, he ahí la cuestión.

 

Politólogo y exdiplomático

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