Si entiendo bien el pasaje bíblico, Adán y Eva vivían felices en el paraíso, hasta que ella -influenciada por la malvada serpiente- lo convenció de probar el fruto prohibido, razón por la cual fueron expulsados ambos del lugar y condenados a ganarse el pan con el sudor de su frente, esto es, a trabajar y sufrir las consecuencias de sus actos, en una vida terrenal, donde serían considerados como simples mortales.

En el fondo, este hecho deja a la interpretación de muchos que el poder también le fue conferido a Adán, a través de esa mítica manzana, al convertirse en el primer trabajador -y primero en todo- en la tierra, mientras Eva quedaría destinada a concebir los hijos para poblar este planeta. Y vaya que se ha poblado en serio.

Esto viene a propósito del arribo de Adán Augusto López al gabinete de AMLO, como nuevo secretario de gobernación, hace solo unos cuantos meses, proveniente de otro Edén -que es Tabasco-, al que al parecer también le fue transmitido el poder a través de un nuevo fruto legal -nance, pitahaya o sandía-, ofrecido por un paisano suyo que ahora es presidente de México. Para completar la metáfora, diría yo que la expulsada del paraíso fue nuevamente Eva, encarnada en la exsecretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien retomó su puesto en el secular Senado de la República, como presidenta de la mesa directiva.

Y aquí la pregunta es ¿por qué ese poder -que ahora se ve y se siente- en el actual secretario de gobernación no le fue concedido a su antecesora? Yo diría que hay varias razones.

La primera, el nombramiento de ella se dio más como un compromiso que por convicción de AMLO, quien desde un inicio visualizó en dicha cartera la posibilidad de cambiar su forma y, fundamentalmente, su contenido, al priorizar el tema de los derechos humanos como nuevo eje. Sin embargo, tampoco le encargó a ella ese rubro, sino a su compañero y amigo Alejandro Encinas, quien fue nombrado subsecretario de gobernación desde entonces. Está claro que el nombramiento de doña Olga fue un compromiso, quizá por el apoyo y simpatía que ella siempre sintió por AMLO y su movimiento, del cual se hizo militante o bien, por la asesoría brindada en su carácter de exmagistrada del poder judicial.

La segunda, ella carecía de experiencia política, pues prácticamente pasó toda su vida profesional en el poder judicial, donde llegó a la cúspide, al ser magistrada de la Corte Suprema de Justicia hasta 2015. Tampoco su militancia la llevó a ocupar puestos de elección popular con MORENA, más allá de ser incluida en la lista nacional de candidatos y candidatas a senadores en 2018, donde ganó sin problema alguno y recibió después la invitación de AMLO para ocupar la secretaría de gobernación.

Tercera, al arrasar en las elecciones de 2018, y obtener la mayoría calificada en el congreso, MORENA y, en particular, AMLO, no requerirían en principio de un articulador político tradicional -como era el caso de los secretarios de gobernación de antaño-, que fuera intermediario con los diferentes actores políticos de oposición que, además, enfilarían sus baterías a atacar y enfrentar el nuevo proyecto antes que a dialogar o negociar.

En todo caso, AMLO encontró en la figura de Julio Scherer Ibarra, exasesor jurídico de la presidencia, al enlace político ad-hoc para -si se necesitaba-, dialogar con los diferentes actores políticos. No fueron pocas la veces que estos dos funcionarios entraron en competencia y en conflicto por las tareas de articulación política, donde ella tuvo que aceptar un papel secundario. Así, la agenda de doña Olga quedó abierta a lo que ella tuviera a bien: los temas de género y el empoderamiento de la mujer.

Cuarta, ni siquiera el nuevo escenario político -producto de la elección intermedia de 2021-, donde MORENA perdió la mayoría calificada, hizo que AMLO replanteara las tareas de doña Olga; más bien, le confirmó la necesidad de que alguien de su plena confianza, con experiencia y conocimiento, tomara las riendas y devolviera el poder a gobernación, pues ahora sí tendría que negociar y dialogar con sus adversarios. En consecuencia, se confirmó la salida de ella de esa secretaría, pues era claro que el compromiso de AMLO hasta ahí alcanzaba. Supongo que, de común acuerdo, ambos decidieron su regreso al senado, como salida digna, donde no hubo rencores ni reclamos, pues en el fondo, eran conscientes de las nuevos retos y desafíos políticos.

Quinta, la escogencia -como dirían en Centroamérica- de Adán como nuevo secretario de gobernación, en agosto de 2021, le resolvió varios problemas a AMLO: por un lado, le aclaró que las tareas de esa institución debían ser eminentemente políticas, ya que la figura de las consejerías presidenciales no alcanzaba -legal e institucionalmente- a cubrir esos encargos; por otro, que esa cartera requería de alguien con amplia experiencia y conocimiento de la política y sus actores -especialmente cuando es necesaria la interlocución con la oposición y otros poderes-. Y qué mejor que otro paisano suyo y compañero de lucha para llevar a cabo dichas encomiendas. Finalmente, Adán recibió el fruto del poder y una agenda bien clara de lo que su jefe quiere que haga.

Y por lo visto, hasta lo que va del nuevo cargo, don Adán ha cumplido con creces sus tareas de nuevo articulador político, pues lo mismo ha abierto la puerta a un diálogo serio con la oposición, que ha conversado con gobernadores y presidentes municipales, así como ha suplido de buena forma la ausencia de AMLO en sus importantes mañaneras, donde ha mostrado no sólo su experiencia y habilidad de muchos años, sino un estilo muy parecido al de su jefe, que desde ya lo han metido en la carrera presidencial del 2024, según voces cercanas, pero también de analistas y medios lejanos, para preocupación de Claudia, Marcelo y otros.

De igual manera, la llegada de este nuevo Adán ha devuelto el poder al paraíso que representa el Palacio de Covián, donde todo parecía marchitarse ante la falta de esa gran capacidad para que las cosas sucedan, que siempre ha caracterizado al lugar, y donde han brotado nuevamente los frutos de Tabasco -nance, pitahaya y sandía- que alimentarán de nuevo a sus moradores, esta vez -espero- sin pecados de por medio.

Desde mi punto de vista, Adán ha retornado al paraíso -sin Eva, quien ahora promueve otras causas- para poner las cosas en orden, comenzando con la serpiente y los frutos del poder, que ahora están de su lado, a fin de utilizarlos en sus tareas cotidianas.

Politólogo y exdiplomático.

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