Al momento de adquirir nuestros alimentos es poco probable que nos lleguemos a plantear todo el proceso que fue necesario para que estos productos estén en nuestras mesas. En la cocina mexicana es muy común que utilicemos jitomates, pimientos, zanahorias, papas o cebolla en el día a día.

Pero es justo en estos productos básicos que se producen los mayores retos para las y los trabajadores, es decir, para los jornaleros agrícolas.

En el campo, las jornadas comienzan muy temprano y concluyen ya pasada la tarde. Sus actividades resultan extenuantes, bajo un rayo de sol implacable, ellas y ellos se dedican a recolectar el fruto de la tierra para disfrute de millones de personas.

En Sinaloa la temporada agrícola inicia en agosto y se extiende hasta mayo del siguiente año. La entidad se caracteriza por una elevada demanda de mano de obra agrícola, particularmente en las hortalizas, y aunque la población local juega un papel importante, dicha demanda de trabajo se complementa con una significante cantidad de jornaleros agrícolas provenientes particularmente del sur de México.

Familias enteras de Guerrero, Oaxaca, incluso del norte de Chihuahua, llegan a Sinaloa en busca de un empleo que les permita atender sus necesidades más elementales.

Para poder llegar a conseguir su objetivo, es indispensable que tanto la madre como el padre laboren en el campo, dejando a sus hijas e hijos en lo que se conoce como “cuarterías” sin la supervisión adecuada; vulnerables a problemas como la desnutrición, ante la carencia de un alimento nutritivo, déficit educativo y expuestos a la violencia que golpea al estado.

En Save the Children desde hace 13 años nos dedicamos a proporcionar comidas balanceadas y nutritivas para asegurar el desarrollo adecuado de las niñas, niños y adolescentes, hijos de jornaleros agrícolas.

Con el apoyo de aliados importantes como Fundación Alsea, A.C., hoy contamos con 12 comedores que forman parte del programa de Seguridad Alimentaria, ubicados en 8 localidades de Sinaloa. Junto a ellos hemos alimentado y beneficiado a más de 3 mil 300 niñas y niños y otorgado más de dos millones 260 mil comidas en el estado.

En estos comedores procuramos asegurar el desarrollo adecuado de niñas, niños y adolescentes, por medio de una dieta basada en recomendaciones nutricionales específicas para la infancia, en instalaciones limpias con medidas estrictas de higiene.

En estos espacios también se da la convivencia entre niñas, niños y adolescentes, pues debido a la actividad que llevan a cabo sus madres y padres, crecen solos, por lo que, en estos espacios, además de hacer amigos, se encuentran seguros con áreas diseñadas para apoyar su desarrollo cognitivo, emocional y social.

Gracias a la labor de mujeres y hombres que trabajan en el campo es posible que en nuestra despensa no falten las verduras y frutas, sacrificando tiempo con sus hijas e hijos. Valoremos este esfuerzo, conviviendo más con nuestros hijos y, además, reconozcamos la destacada función de las y los jornaleros agrícolas del país.

En tanto, desde Save the Children, con el apoyo de empresas comprometidas con el bienestar de la infancia, nos encargaremos de crear espacios seguros para niñas, niños y adolescentes, garantizándoles un alimento nutritivo y la posibilidad de un futuro alentador.


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