¿Han llegado a preguntarse cómo podrán ser las ciudades del futuro? pues la revista National Geographic preguntó a consultorías especializadas en arquitectura y planeación urbana, cómo debería diseñarse una ciudad del futuro sin cometer los errores del pasado y anticipando los desafíos por venir.
Los arquitectos y urbanistas nos anticipan diversos tipos de viviendas que atraerán a comunidades de ingresos mixtos y espacios de vivienda reducidos para familias u hogares pequeños o de tamaño micro, pero que serán compensados por espacios compartidos que aumentarán la interacción humana, así como un fácil acceso a toda clase de servicios. En su visión, las ciudades del futuro harán prácticas de sostenibilidad obligatorias para todo el ciclo de vida de los productos, desde su entrega hasta su eliminación, esto es, tendrá que haber corresponsabilidad entre el productor y el consumidor final para todo el ciclo de vida de los productos.
La realidad es que hay pocas sorpresas en la forma en que aseguran se diseñarán y planearán las ciudades del futuro, fuera de las extravagantes tecnologías que eventualmente podrán adaptarse a las ciudades, como es el levantamiento modular de edificios que reducirá tiempos de construcción y permitirá una transformación más rápida de los espacios; o la adaptación de turbinas eólicas sin palas instaladas en tejados y de paneles solares incorporados en todas las superficies de las fachada de los edificios para generar energía.
Las ciudades del futuro advierten, serán densamente pobladas y la ecología regional dictará dónde y cómo deberá permitirse el crecimiento de los centros urbanos. Además, señalan que deberán preservar el patrimonio histórico y que los vecindarios estarán diseñados para satisfacer la mayoría de las necesidades diarias a 10 minutos caminando o menos. De acuerdo con los expertos consultados, las ciudades del futuro tendrán que hacer un uso sostenible del suelo y la tierra así como de los recursos naturales, por lo que entre otras cosas deberán proteger los hábitats naturales circundantes y restaurar los bosques y humedales; dispondrán de huertos urbanos y azoteas o techos verdes; las aguas residuales serán tratadas para riego o consumo humano; se recuperarán y reciclarán los residuos o se utilizarán para producir energía; se recuperará y filtrará el agua de lluvia para su reutilización; habrá menos vehículos y un transporte público veloz, masivo y eficiente.
Llaman la atención estas políticas del “futuro” porque muchas de ellas ya se están instrumentando en la Ciudad de México. Bajo el Gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum se está invirtiendo en un impresionante parque de generación de energía solar en los techos de la Central de Abasto; el programa de regeneración urbana y vivienda incluyente del Gobierno de la CDMX plantea precisamente la inclusión de viviendas no solo residenciales sino también de vivienda popular en el mismo predio o inmueble; está en marcha un programa de recuperación y aprovechamiento de agua de lluvia para habitantes de diversas zonas; el programa de revegetación de la Ciudad está reverdeciendo parques, jardines y techos urbanos; se están recuperando y vigilando como nunca antes el suelo de conservación para evitar mayores asentamientos humanos irregulares y se puso en marcha una estrategia de economía circular para la recuperación y aprovechamiento de toda clase de residuos.
Casi todas estas previsiones que anticipan las consultorías de urbanistas sobre las ciudades del futuro, ya se encuentran en leyes vigentes o como objetivos, proyectos o políticas públicas de los programas de desarrollo urbano y ordenamiento territorial de la Ciudad de México. Y para ser sustentables no necesariamente requerimos que los desarrolladores inmobiliarios adopten las mejores tecnologías para conservar la temperatura, para ahorrar energía o para reutilizar el agua, tal vez sea mucho más relevante que los desarrolladores urbanos comiencen con lo básico, que es el compromiso de cumplir con lo que establecen las normas urbanas y ambientales vigentes, por ejemplo de respetar el uso del suelo, no exceder los pisos o la densidad, no construir ni invadir barrancas o áreas de valor ambiental y desarrollar espacios de vivienda incluyentes.
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