Mediante estudios médico-clínicos se conocen los efectos que los contaminantes del aire o la contaminación acústica pueden tener sobre la salud mental de las personas. Se sabe por ejemplo que los gases tóxicos pueden afectar el flujo normal de oxígeno y sangre a la cabeza, promover la inflamación y estrés de las neuronas, así como dañar tejidos de diversos órganos incluyendo el cerebro; o que la exposición prologada a altos decibeles genera daños a la salud, que abarcan trastornos fisiológicos como la pérdida progresiva de la audición, hasta impactos psicológicos generando irritación o ansiedad.
No obstante, en pocas ocasiones es posible observar los efectos agregados de los contaminantes sobre el conjunto de la población, ya que ello requiere un seguimiento continuo de las personas por un periodo relativamente prolongado de su vida, así como medir los contaminantes del aire y del ruido a los que han estado expuestos y valorar los padecimientos que han sufrido.
Eso es precisamente lo que hizo un estudio publicado a finales de mayo de 2024, en la revista de la Asociación Médica Estadounidense JAMA Network Open. El estudio denominado “Air and Noise Pollution Exposure in Early Life and Mental Health From Adolescence to Young Adutlhood”, tuvo por objeto determinar la asociación entre la contaminación del aire y la contaminación por ruido, sobre la salud mental de niños, adolescentes y jóvenes.
Para ello reclutaron a poco más de 14 mil mujeres embarazadas y realizaron valoraciones médicas y psicológicas de los niños y niñas previo a su nacimiento, así como cuando cumplieron los 13, 18 y 24 años. Todos los habitantes fueron reclutados del suroeste de Inglaterra, de áreas urbanas, suburbanas y ambientes rurales.
Para medir la contaminación del aire a la que han sido expuestos, se tomaron los valores geolocalizados de la contaminación en sus lugares de residencia, tanto de óxidos de nitrógeno (NO2) que engloba tanto al monóxido, como al dióxido de nitrógeno y la contaminación por partículas PM2.5, que son partículas de contaminación del aire más pequeñas que el grosor de un cabello humano y tienen efectos en la salud humana debido a su composición tóxica y que se caracteriza por la presencia de sulfatos, nitratos, ácidos, metales y carbono negro.
Con respecto a la contaminación acústica fue medida con decibeles (dB) por ruido medio, menor o igual a 55 decibeles, ruido alto de 55 a 60 decibles y muy alto con más de 60 decibeles. Para ello también se utilizaron mapas de ruido, especialmente a partir del ruido generado por el tráfico. Tanto de los contaminantes del aire, como de la contaminación por ruido, la Organización Mundial de la Salud recomienda niveles de exposición máximos o críticos para la salud, además de que existen diversos estudios clínicos sobre su impacto en la salud mental.
Con el fin de aislar los efectos de estos contaminantes del aire y ruido sobre la salud mental, respecto de otras posibles causas, el modelo estadístico integró variables adicionales como el origen étnico, el historial psiquiátrico de la familia, la clase social materna, el nivel educativo, la densidad de población, la fragmentación social, el nivel de marginación del vecindario, así como la cantidad de espacios verdes disponibles.
El resultado no debiera sorprendernos. A mayor exposición a óxidos de nitrógeno (NO2) y partículas PM2.5, durante el embarazo, niñez, adolescencia y juventud, mayores los casos de experiencias psicóticas (alucinaciones, delirios e interferencias del pensamiento) así como depresión en dichas personas a lo largo de su crecimiento. De la misma forma, a mayor exposición a contaminación por ruido, se encontraron mayores casos de ansiedad y depresión en la etapa infantil y de adolescencia de las personas que participaron en el estudio.
Si bien se trata de un estudio realizado sobre una población específica que tendría que replicarse en otras naciones y poblaciones, es claro que toda política pública en materia ambiental, que busque reducir la cantidad de contaminantes del aire y del ruido al que estamos expuestos, desde que nacemos y a lo largo de nuestra vida como infantes y adolescentes, será en beneficio de nuestra calidad de vida y de nuestra salud mental.