De acuerdo con un reporte de la consultora inmobiliaria internacional Jones Lang LaSalle (JLL) la oferta de edificios verdes en América Latina se ha incrementado notablemente, al grado de que el 63% de los nuevos edificios de oficinas de alta gama construidos en 11 grandes ciudades de la región como son Bogotá, Lima, Medellín, Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, Santiago, San Pablo y las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey, han obtenido algún tipo de certificación verde como edificios sustentables.
Existen diversas organizaciones internacionales que realizan certificaciones verdes de nuevas construcciones: las certificaciones Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental (LEED) del Consejo de Construcción Verde de Estados Unidos (USGBC por sus siglas en inglés); la certificación BOMA Best Edificios Sostenibles de la Asociación de Propietarios y Gestores de Edificios de Canadá; la certificación Desafío Living Building del Instituto Living International Future y la certificación EDGE para edificios ecológicos creado por la Corporación Financiera Internacional (CFI) perteneciente al Banco Mundial.
Los parámetros de cada una de estas certificaciones son distintos, pero en general coinciden en valorar la ubicación, la eficiencia energética, la eficiencia en materia de agua, los materiales y recursos utilizados, así como la calidad del aire y clima al interior del edificio.
La ubicación es relevante toda vez que tiene que ver con el diseño constructivo para un adecuado aprovechamiento del clima, la luz natural, el tipo de hábitat para impactar lo menos posible el sitio o plantar jardines con especies no invasivas, así como el acceso a toda clase de servicios urbanos y transporte público, reducción de espacios de estacionamiento y fomento del uso de bicicletas, que en general son factores que impactarán en la reducción de emisiones de carbono a la atmósfera con el movimiento de personas y el uso diario del edificio.
La eficiencia energética tiene que ver con temas como el aprovechamiento máximo de la luz solar natural para iluminar el interior, el uso de lámparas o focos ahorradores, el uso en el sitio de energías renovables para generación de electricidad mediante la colocación de celdas solares o generadores de viento.
La eficiencia en materia de agua que está relacionada en primer lugar con la disminución del uso de agua por persona, el aprovechamiento del agua pluvial, el reúso y tratamiento de aguas grises que provienen de servicios como lavamanos, lavandería y regaderas o el tratamiento y disposición final de aguas residuales.
Los materiales y recursos utilizados se refieren al proceso de construcción y la operación diaria del edificio, por ejemplo, con el uso de materiales biodegradables o no tóxicos, la reducción, reutilización, reciclaje y disposición adecuada de residuos de la construcción, así como las limitaciones y normativas del tipo y cantidad de residuos que pueden generar las personas que habitarán y usarán el edificio.
Finalmente, la calidad del aire y clima interior que van desde un diseño hermético de la construcción para mantener la temperatura interior de manera natural y reducir el uso de calefacciones o aires acondicionados, así como el cuidado de la ventilación natural y artificial para garantizar la calidad del aire interior.
Las certificaciones verdes de edificios contribuyen a generar indicadores sobre la sostenibilidad de las nuevas construcciones y representan un parámetro de las acciones que está tomando la industria inmobiliaria para contribuir a los retos en materia de cambio climático que enfrentamos las ciudades. Otra cosa que están demostrando, es que su costo de construcción es similar a otros edificios de lujo o de alta gama, pero que no contribuyen a reducir emisiones ni tienen las ventajas de los edificios verdes.
Esperemos que este tipo de diseños y tecnologías se vayan popularizando y haciendo cada vez más accesibles, para que las prácticas de construcción sustentables sean la norma en vez de la excepción.
Titular de la PAOT
@mariana_boy