De acuerdo con datos de diversas instituciones internacionales, el 2023 podría ser el año más caluroso de la historia toda vez que que durante el verano y el mes de septiembre de este año, se registraron las temperaturas más altas desde que se tiene registro. Desafortunadamente, no se trata de estadísticas meteorológicas aisladas, sino de la confirmación de que el calentamiento global y el cambio climático están en curso.
El incremento de la temperatura global ya está causando múltiples estragos. Tan solo en el mes de septiembre de este año ocurrieron inundaciones devastadoras que mataron a miles de personas en Libia, a decenas en Grecia, Bulgaria y Turquía. Canadá enfrentó una temporada de incendios forestales sin precedentes, mientras que amplias porciones de América del Sur fueron arrasadas por olas de calor sin antecedente previo y lluvias récord inundaron la Ciudad de Nueva York. Y todos en México vimos con enorme tristeza la manera en que una tormenta tropical se convirtió en menos de 12 horas en el huracán Otis de categoría 5, que devastó Acapulco y otras zonas costeras del estado de Guerrero.
Ante esta situación, las Ciudades tienen que asumir un papel mucho más protagónico en materia de contención y adaptación al cambio climático, toda vez que el impacto de la población que habita en zonas urbanas no se reduce a las emisiones contaminantes que genera dentro de su territorio, sino en la enorme demanda de recursos materiales, agrícolas y energéticos que desde su producción y transportación contribuyen al calentamiento global.
En las últimas décadas, las grandes Ciudades han impulsado políticas para lograr una mayor eficiencia energética reduciendo el consumo de energía eléctrica y gas; aprovechando la generación de energías renovables; así como adoptando nuevas tecnologías de construcción o movilidad que permitan por ejemplo un mayor control de la temperatura interior de edificios o la electrificación de los transportes públicos. Con todas estas medidas, las grandes Ciudades han logrado significativas reducciones de emisiones. No obstante, también existen medidas de naturaleza política que abarcan un conjunto más amplio de acciones relacionadas con el clima y que hoy conforman lo que se ha dado en llamar “la gobernanza urbana del cambio climático”.
La gobernanza urbana del cambio climático supone tomar medidas no solamente para reducir emisiones contaminantes o mitigar y reparar los daños ambientales causados, sino que deben centrarse también en medidas de adaptación y de resiliencia, es decir, en construir edificaciones e infraestructuras más seguras y sostenibles, impulsar desde las Ciudades la reforestación de bosques y la restauración de ecosistemas dañados, así como impulsar una nueva cultura de consumo para diversificar cultivos que se adapten mejor a climas más cambiantes o desarrollar prácticas de autoproducción como son los huertos urbanos.
Las investigaciones en materia de gobernanza climática urbana sugieren que es necesario rediseñar las instituciones y estructuras de gobierno, a fin de que promuevan la transversalidad de las políticas de acción climática y que reciban una asignación de recursos suficiente, de forma tal que se puedan alcanzar objetivos en menor tiempo y abandonar la gran brecha entre la retórica y las acciones contundentes.
En este sentido, celebro que la Ciudad de México haya sido reconocida en noviembre del 2023 por segundo año consecutivo, como líder mundial en acciones y transparencia climática de acuerdo con la organización internacional CDP (Disclosure Insight Action), toda vez que reportó 22 acciones como parte de los siete ejes estratégicos del Programa Ambiental y de Cambio Climático de la Ciudad de México 2019-2024.
Entre éstas acciones se encuentra el programa de revegetación con millones de árboles, arbustos y cubresuelos plantados; el impulso de una movilidad sustentable que incluye la construcción del Cablebús, la ampliación de ciclovías y la expansión del metrobús; el aprovechamiento del agua con la instalación de sistemas de cosecha de lluvia; el uso de energías limpias con la colocación de calentadores solares en viviendas del Programa de Reconstrucción; la colocación de paneles solares fotovoltaicos en edificios de la Administración Pública y la recuperación y valorización de residuos y materiales reciclables, entre muchas otras. Todas ellas hay que decirlo, son acciones que inició la Dra. Claudia Sheinbaum.