El hemisferio occidental ha sido desde siempre un espacio de gran diversidad, con diferentes modelos políticos, económicos y sociales; variedad de culturas y lenguas; diferentes prioridades y perspectivas. En medio de esa diversidad siempre hemos logrado encontrar nuestros puntos comunes.
Profundos lazos nos unen como pueblos y como Estados. A pesar de este pasado común, vivimos hoy una gran fragmentación y una profunda polarización.
Uno de los mayores retos de la Organización de Estados Americanos es reconstruir la confianza, el diálogo; una agenda positiva que nos una en la diversidad.
Considero que esta tarea es posible. Para ello se requiere un cambio de conducción y de liderazgo en la OEA. Un liderazgo que no profundice las diferencias sino que construya puentes; que no exacerbe los conflictos sino que contribuya a resolverlos de manera pacífica; que no profundice los desacuerdos sino que procese disensos utilizando las herramientas del multilateralismo, del derecho internacional y del derecho interamericano.
La institucionalidad alcanzada por el sistema interamericano es irremplazable. Por ello, tenemos la responsabilidad compartida de renovar, revitalizar y convertir a la OEA en un organismo multilateral de vanguardia.
Es en este contexto, que propongo implementar tres medidas para fortalecer el carácter multilateral de la OEA. En primer lugar, la renovación y revitalización de la Organización a través de su modernización, su eficiencia, transparencia y rendición de cuentas.
En segundo lugar, un relanzamiento de la agenda programática en temas de gran importancia para el hemisferio. Migración, cambio climático, combate al crimen organizado y al narcotráfico.
Convertir a la OEA en una gran plataforma de cooperación hemisférica para hacer frente a los desastres naturales, trabajar en favor de los derechos de los pueblos indígenas.
Potenciar el empleo para los jóvenes, los derechos de las personas con discapacidad, la cooperación para el desarrollo sostenible, el fortalecimiento del Estado de derecho, la garantía de derechos humanos, entre otros.
El eje central de mi gestión será el empoderamiento de las mujeres y sus derechos, y la construcción de sociedades igualitarias y sin discriminación.
Finalmente, fortaleceremos el rol de los Estados miembros y de los mecanismos de toma de decisiones. Quienes toman las decisiones son los Estados, como en todo organismo multilateral. El desempeño de un Secretario o Secretaria General debe estar guiado por principios éticos y políticos. Al iniciar funciones suscribiré un Código de Ética que guiará mi trabajo.
La elección del próximo 20 de marzo podría ser la primera vez –en 71 años de historia de la Organización– en la que una mujer se convierta en su principal funcionaria ejecutiva. Soy consciente que mi elección al frente de la OEA será un reconocimiento y un homenaje a todas las mujeres del mundo.
En pleno siglo XXI, los derechos de las mujeres deben estar al centro de los derechos humanos. El Sistema Interamericano ha sido un referente de los derechos de las mujeres desde hace ya 92 años cuando se crea la Comisión Interamericana de Mujeres–CIM.
Empezaré por casa. La OEA deberá revisar y activar efectivamente sus políticas internas para garantizar la paridad, erradicar toda forma de discriminación e instaurar una cultura y una política de cero tolerancia al acoso laboral.
Estableceremos una estrategia renovada para cumplir la “Política Institucional de Igualdad de Género, Diversidad y Derechos Humanos de la OEA”.
Potenciaré el trabajo de la CIM, de la Relatoría de los Derechos de las Mujeres y la implementación efectiva de la Convención Belém do Pará –sobre violencia en contra de las mujeres– a través de su Mecanismo de Seguimiento, MESECVI.
Impulsaré una Iniciativa Especial de la Secretaría General sobre Igualdad y Empoderamiento de las Mujeres, así como el fortalecimiento de la oficina del Ombudsperson.
El empoderamiento económico de las mujeres será una de mis prioridades de trabajo. Es urgente actuar, y hacerlo ahora. Al ritmo actual, tardaremos más de dos siglos y medio para que las mujeres puedan tener las mismas oportunidades económicas que los hombres.
Es por esto que propongo impulsar, entre otras, las siguientes acciones estratégicas:
1. La creación de una plataforma de intercambio de buenas prácticas, políticas, acciones y marcos normativos encaminados a combatir todas las formas de violencia contra las mujeres y la impunidad.
2. Impulsaré una campaña de aplicación de la Ley Modelo para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en la Vida Política.
3. Crearé el Observatorio Interamericano sobre Participación Política de las Mujeres y una plataforma de formación y redes de líderes jóvenes, impulsada por la CIM con participación de la Relatoría sobre los Derechos de las Mujeres, en cooperación con ONU Mujeres y organizaciones sociales.
4. Considerando que las mujeres en el hemisferio reciben salarios un 20% menores que los hombres por trabajos iguales, sumado a la carga desigual de trabajo de cuidados no remunerado entre hombre y mujeres, propongo dos acciones concretas:
a. Crear un capítulo Interamericano de la Coalición Internacional sobre la Igualdad de Remuneración (EPIC) en asocio con la Organización Internacional del Trabajo, OIT.
b. Establecer una plataforma de intercambio de marcos jurídicos, políticas y experiencias exitosas para el empoderamiento económico de las mujeres. Se dará especial atención al tema de acceso a la formación y a la educación, el acceso a crédito e inversión, y el derecho al trabajo digno y al empleo seguro.
Finalmente, el mejor homenaje a los 25 años de la histórica Conferencia de Beijing y de su Plan de Acción, y de la Convención de Belém do Pará, será declarar al periodo 2020-2025, el Quinquenio de las Mujeres en la OEA.
Candidata a la Secretaría General de la OEA.
Expresidenta de la Asamblea General de la ONU