Mi sueño de niña era estudiar en Ciudad Universitaria; sólo pasar con mi familia por avenida Insurgentes y ver el Estadio Olímpico de un lado de la acera y el maravilloso edificio de Rectoría en el otro, hacía que mi corazón latiera intensamente. Ahora, muchos años después, soy PUMA de corazón. Mi estancia en la UNAM comenzó con mi ingreso a la Preparatoria número 5, eran años en los que “la quema del burro” era un evento que rayaba en lo místico, y si bien lo disfruté, fui más feliz en mis clases de Química, con grandes maestras que sembraron en mí el gusto y amor por esta hermosa ciencia a la que, sin pensar, decidí dedicar mi vida profesional.
Gracias a mis maestras entendí que lo mío era la Ingeniería Química Metalúrgica, así que no sólo estudié esta carrera, sino que unos años después de haber iniciado mi vida profesional en la industria de la fundición y la manufactura de autopartes, regresé a la Facultad de Química a estudiar la maestría en Ingeniería Química, claro que con especialidad en Metalurgia. Fue en esta época en la que concluí que había nacido para dar clases, así que, por un lado, me convertí en una egresada más de la UNAM que impartía clases en una universidad privada. Pero por otro lado, siendo este mi camino, decidí que debía aprender cómo generar mi propio conocimiento, así que ingresé al doctorado en Ciencias Químicas en mi amado Instituto de Química. En este impresionante lugar pasé los mejores años de mi formación profesional y ahí también conocí grandes amigos e investigadores. Mi estancia en el Instituto de Química me dio grandes frutos, como la Medalla Alfonso Caso, y me abrió la puerta para la realización del posdoctorado en el Laboratoire de Chimie de Coordination en Toulose, Francia.
Hasta la fecha he mantenido colaboraciones exitosas en proyectos de investigación, no sólo con investigadores del Instituto de Química, sino también del Instituto de Investigación en Materiales y del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología. Sigo formando parte de las filas de investigadores egresados de la UNAM que trabajan en universidades privadas y desde mi laboratorio y mi salón de clases trato de replicar en mis estudiantes los conocimientos, habilidades y, desde luego, los valores que aprendí y viví en la UNAM.
Desde hace varios años desarrollé la línea de investigación en semiconductores orgánicos y dispositivos optoelectrónicos, que crecen cada vez más, gracias a los jóvenes estudiantes que se interesan por la investigación científica. También soy editora de +CienciA, una revista de divulgación científica que me llena de orgullo, ya que es preparada y publicada por mis propios estudiantes.
Hablando de alumnos y de investigación científica, cuando yo ingresé a la UNAM, en aquel lejano 1982, todavía no estaba conformada la Fundación UNAM, es sorprendente cómo desde su formación ha apoyado a estudiantes y a la investigación científica; desde mi punto de vista dos pilares fundamentales en el desarrollo de nuestro país. Desde este pequeño espacio aprovecho para felicitar a la FUNAM y a todas las personas que colaboran en ella, seguramente su esfuerzo contribuye para que la UNAM siga manteniéndose como la Máxima Casa de estudios de este país, y dé cabida a jóvenes que, como yo, ingresan con un sueño y éste se transforme en una realidad: contar con una formación académica sólida.
Profesora-Investigadora Universidad Anáhuac México