Todo comenzó mal desde el momento en que las Comisiones Unidas de Derechos Humanos y de Justicia del Senado no cumplieron lo acordado con el Colectivo CNDH Autónoma, respecto a que la evaluación y selección de los perfiles de las personas que conformarían la terna para seleccionar a la persona titular de la CNDH sería abierto y transparente. La mayoría de los miembros de estas comisiones ignoraron el hecho de que la candidata Rosario Piedra tenía un cargo directivo en el partido Morena, contrario a lo establecido en la Ley de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en su artículo noveno, fracción cuarta, que indica que uno de los requisitos para a ser ombudsperson es “[n]o desempeñar, ni haber desempeñado cargo de dirección nacional o estatal, en algún partido político en el año anterior a su designación”.
El proceso de designación continuó viciado y con poca legitimidad, como lo denunciamos diversas organizaciones, ya que los senadores decidieron no cambiar la terna, aun cuando después de dos rondas de votaciones no se alcanzó la mayoría calificada que exige la Constitución. Los senadores cerraron con broche de oro en la tercera ronda de votaciones en la que, finalmente, se eligió a Rosario Piedra con un proceso de votación que dejó muchas dudas respecto al conteo.
El resultado de esto fue la selección de una presidenta de la CNDH con poca legitimidad, lo cual pone en duda la autonomía de este organismo ante el poder ejecutivo. Este proceso fue contrario a lo que la ONUD-DH menciona en su comunicado de prensa de hace tres días, en el que menciona que, para fortalecer a nuestros organismos autónomos, deben robustecerse los procesos de designación de quienes ocupen los puestos directivos, para que así cuenten con plena legitimidad democrática. Contrario a este ideal, el proceso de selección en el Senado fue muy débil y opaco.
Rosario Piedra debería renunciar por no cumplir con los requisitos legales o tendrá que realizar un gran trabajo por recuperar la legitimidad y demostrar que la CNDH es autónoma. Le reconozco su camino en la búsqueda de personas desaparecidas, así como su camino en la defensa de los derechos de los familiares de las víctimas de violaciones a derechos humanos. Sin embargo, su declaración acerca de la violencia que viven los periodistas en el país fue lamentable, poniendo en evidencia su desconocimiento sobre la situación que vive el país, por lo que tiene otra gran tarea: informarse y atender la grave crisis de violencia que vive el país, y sus más de 24 mil víctimas.
De este suceso nos queda mucho que aprender y recordar a las organizaciones de la sociedad civil, a los senadores y a la sociedad en general:
1) Las organizaciones de la sociedad civil no podemos seguir confiando en lo que nos dicen los senadores; 2) a nuestros representantes se les sigue olvidando, como en todos los sexenios anteriores, que no deben velar por los intereses de sus partidos o del Presidente, sino por los ciudadanos que votaron por ellos y 3) a la sociedad en general: si no actuamos y somos críticos, nuestros organismos autónomos y nuestra democracia seguirán perdiendo fuerza.
Ya quedó demostrado en este proceso que en el Senado hay una mayoría muy clara. Por ello es importante que no olvidemos que es la responsabilidad de todas y todos los mexicanos velar por tener organismos autónomos, para tener contrapesos legítimos y fuertes.
Presidenta de Causa en Común.
@MaElenaMorera