Los mexicanos hemos demostrado que sabemos organizarnos en determinadas crisis o situaciones complejas como con los sismos de 1985 y 2017. Sin embargo, ante otras amenazas nos quedamos cortos. Por ejemplo, la militarización ha permeado en espacios civiles y lugares donde representan un riesgo, las policías civiles están en el abandono; las violencias se encuentran desbordadas. Todos y todas sabemos que esto está sucediendo, pero, llegada la hora, las agendas individuales derrotan al trabajo colectivo.
En el caso de nuestra democracia y el INE sabemos que están en riesgo y podemos perder décadas de progreso democrático. Por eso, el pasado domingo demostramos nuevamente la capacidad de organizarnos. No obstante, visibilizar los problemas, incluso proponer alternativas no basta. Hoy, más que nunca, necesitamos una organización social de alta densidad.
En este contexto Marshall Ganz, activista, organizador comunitario y académico que ha impulsado cientos de colectivas, organizaciones y movimientos en todo el mundo, viene a México a presentar su nuevo libro: ¡Sí se puede! Estrategias para organizarse y cambiar el mundo. Marshall Ganz se involucró en el activismo en la década de los sesentas en EU después de unirse al movimiento por los derechos civiles de Martin Luther King, pero aprendió de organización al trabajar durante 16 años con la Unión Campesina, el movimiento liderado por César Chávez, que peleó contra los abusos que sufrían nuestros connacionales en aquel país. Ganz llegó a ser miembro del Consejo de este movimiento, que es reconocido como el más importante de la historia latina en EU.
Con base en sus aprendizajes con las comunidades mexicanas de la Unión Campesina, Marshall Ganz diseñó una pedagogía práctica para el cambio social en la que, por medio de la organización, se pueden transformar comunidades o incluso países a través de cinco prácticas. Estas consisten en crear una historia común o una narrativa pública, un compromiso relacional compartido, una estructura conjunta, una estrategia común, y acciones medibles. Estas prácticas han transformado comunidades y países tan diversos como Australia, Medio Oriente, Japón y África, tanto en contextos democráticos como en dictaduras, y siempre en combinación con las tradiciones locales.
Yo conocí a Marshall Ganz en el 2013. En ese entonces veníamos saliendo de la elección presidencial de 2012. En el proceso de la campaña, más de 200 organizaciones participamos en la Cumbre Ciudadana y acordamos una agenda común a la que se comprometieron todos los candidatos presidenciales. Este ejercicio lo repetimos un sexenio después. Hoy, diez años más tarde, nuestra agenda no sólo sigue inconclusa, sino que en algunos sentidos estamos peor. Aunque la agenda fue un buen paso, en retrospectiva nos ha faltado más organización para exigir al gobierno que cumpla sus compromisos.
Marshall Ganz traerá a México herramientas prácticas que vienen acompañadas de un mensaje de esperanza, la cual, para él, no es un concepto hueco y un deseo abstracto. Al contrario, la esperanza es un camino concreto, específico y viable para cambiar los problemas más grandes que sufren nuestras sociedades. Sólo hay un camino realista para el cambio social, diría Ganz, y es el de la organización.
En aquel 2013 Marshall Ganz y yo conversamos sobre muchas cosas, pero recuerdo en particular que me habló sobre Maimónides, un filósofo del siglo XII que definió la esperanza como ‘creer en la plausibilidad de lo posible, en vez de la necesidad de lo probable’. Me explicó que esto quiere decir que lo improbable a veces sucede y que David puede vencer a Goliath. El cambio en México es posible, a pesar de lo que se nos ha tratado de hacer creer. La clave está en la organización social, que es la forma en la que podemos construir la capacidad para generar los cambios que trabajando por separado jamás podremos alcanzar.
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