De frente a la incertidumbre, tanto por la pandemia del COVID-19 como por las respuestas equivocadas de un gobierno ineficaz, circula la pregunta: ¿Qué pasará después de la pandemia? El énfasis en esta pregunta va más allá de la contingencia sanitaria, se ubica en acciones y omisiones de un gobierno sin rumbo, ante lo cual, nos hemos visto en la necesidad de repensarnos desde diferentes ámbitos.
En la pandemia, como antes con los desastres naturales, en particular con los terremotos de 1985 y 2017, la sociedad mexicana ha vuelto a mostrar una respuesta solidaria más ágil que la del gobierno. Desde las primeras semanas iniciaron con la distribución de donaciones, haciendo y repartiendo despensas, llevando comidas a hospitales, o repartiendo material de protección en asilos, prisiones, policías, por mencionar algunas. La sociedad civil ha mostrado que no necesita esperar a un gobierno lento e ineficiente, y que puede hacer mucho más para solidarse con quienes menos tienen y son más vulnerables en plena crisis sanitaria.
Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil, cada una, desde su ámbito, se han enfocado en seguir puntualmente la toma de decisiones y acciones del gobierno; como sucede en cualquier estado democrático. Quienes nos enfocamos en temas de seguridad, no hemos dejado de señalar ni la militarización ni el notable incremento en la incidencia delictiva. Las declaraciones federales muestran una falta de sensibilidad y de empatía con el terror de una mujer que vive bajo el mismo techo de su agresor. Basta comparar el primer cuatrimestre del 2019 con el del 2020 para observar un incremento del 10% en la violencia familiar.
En medio de la pandemia, las organizaciones no hemos dejado de expresar nuestro desacuerdo con un gobierno militarista que busca ocultar a toda costa el incremento de la violencia en el país. Las formas han sido diversas, desde mesas de análisis virtuales, comunicados de prensa, amparos, demandas, campañas de recaudación de fondos para donaciones e incluso, huelgas de hambre. Estas últimas, llevadas a cabo por mujeres que denuncian la falta de apoyos económicos, y dilación en la entrega de familiares sin vida, ya identificados en los SEMEFOS.
A casi tres meses de la declaratoria de pandemia por la Organización Mundial de la Salud , las organizaciones se han visto en la necesidad de repensarse. En adelante, nada será igual, debemos prepararnos para seguir cumpliendo con nuestra responsabilidad social y política, para seguir brindando apoyo y, sobre todo, para seguir en la defensa de nuestras instituciones y de un Estado de Derecho. Debemos pensar cómo nos reinventaremos, cómo nos comunicaremos más allá de lo digital para no perder cercanía entre nosotros, y con quienes hoy se encuentran en una posición más vulnerable.
Así como muchos otros sectores, el trabajo de las organizaciones no puede parar. México se encuentra inmerso en una crisis enorme de inseguridad, de desempleo, de falta de ingresos económicos y de una inestabilidad social, que requiere de cercanía y empatía con la gente.
Tenemos que dar a conocer mejor el trabajo que desarrollamos y establecer una vinculación más estrecha con la sociedad, para fortalecernos. Ante un gobierno insensible y omiso que, en los momentos más críticos, apuesta a las mentiras, al militarismo, al abandono de las empresas o a la falta de inversión en el sector salud, queda en manos de las organizaciones la gran responsabilidad de ser empáticos, de defender y de exigir nuestros derechos. Ante la incertidumbre, es momento de unirnos y organizarnos para enfrentar la peor crisis económica y social en la historia moderna.
Colaboró Sara López Cerón.