La lucha de las mujeres por mejores condiciones de vida negadas por la cultura patriarcal ha tenido diferentes momentos emblemáticos. La construcción social de lo femenino en un entorno machista ha convertido la lucha social en la vía más efectiva para que las mujeres puedan conquistar los derechos que las coloquen en una situación de equidad con los hombres.

El 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Los historiadores coinciden en que la antesala de esta jornada fue la marcha de mujeres que se vivió en Nueva York en 1908, cuando unas 15,000 manifestantes salieron a las calles a exigir menos horas de trabajo, mejores salarios y derecho a votar.

Dos años más tarde, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague en 1910, Clara Zetkin propuso y logró que se aprobara la celebración del «Día de la Mujer Trabajadora» en medio de las manifestaciones que se estaban registrando en Europa para denunciar las condiciones inhumanas y dispares en las que se estaba dando la incorporación laboral de las mujeres y en solidaridad con las delegadas de Estados Unidos.

El Día Internacional de la Mujer, que la ONU empezó a conmemorar en 1975, tuvo sus orígenes en esas movilizaciones. Aún cuando se han alcanzado logros importantes, mas de un siglo después sigue habiendo grandes retos para lograr la equidad laboral y salarial entre mujeres y hombres en la gran mayoría de los países.

México no es la excepción. La participación de las mujeres en las protestas está enmarcada por la Revolución Mexicana, en línea con el momento histórico en el que inicia la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, luego asociada a derechos políticos como el acceso al voto y a cargos de elección popular. En el ámbito social, el derecho al reconocimiento de los hijos fuera del matrimonio y a la propiedad, a la educación y a la no discriminación para el empleo. Y en cuestiones de salud, por la despenalización del aborto y los derechos reproductivos. Si bien en México la exigencia de derechos laborales y mejores condiciones de trabajo siempre ha formado parte de esta jornada, hay un tema que ha tomado el protagonismo de las movilizaciones del 8 de marzo: la violencia contra las mujeres.

El hecho que marca un antes y después es el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, que tuvo su periodo de mayor incidencia entre 1993 y 2010, y que, en 2007, dio origen a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y a la tipificación del feminicidio como un homicidio calificado y motivado por la misoginia. Sin embargo, la ley no es suficiente cuando falta la voluntad política.

La lucha contra la violencia feminicida se ha convertido en la bandera de lo que ahora se conoce como el #8M. Durante este sexenio, la violencia contra las mujeres no sólo ha sucedido en los hogares y en las calles; también ha salido desde el mismísimo Palacio Nacional. En febrero de 2019, el presidente López Obrador se posicionó a favor de la candidatura del senador Félix Salgado Macedonio para el gobierno de Guerrero, a pesar de que dos mujeres lo habían acusado de violación, lo que provocó una serie de manifestaciones feministas que tuvieron un momento simbólico con la colocación de la “Antimonumenta”, frente al Palacio de Bellas Artes, en conmemoración de las mujeres asesinadas y desaparecidas.

La situación se mantuvo en 2020. La colocación de vallas protectoras en los monumentos en la marcha del #8M provocó un clima de máxima tensión que se caracterizó por la represión de las manifestantes y una censura mediática por algunos actos vandálicos cometidos durante la movilización. En 2021, año en el se registró el número máximo de feminicidios (1,017) desde que se reportan (2015), los colectivos feministas colocaron una “Monumenta” para renombrar la Glorieta de Colón como la Glorieta de las Mujeres que Luchan.

Los logros alcanzados a lo largo de décadas se deben a las luchas de las mujeres en México en pos de la equidad, pero todavía hay retos pendientes en materia de representación política, igualdad laboral y derechos de seguridad social, entre otros. Además, la indiferencia de los gobiernos, así como la violencia patológica social que se reproduce y tolera en el contexto machista que vivimos, han sido un terreno fértil para la violencia feminicida que nos mantiene -en un país moderno y pujante- luchando por algo tan elemental como nuestro derecho a la vida.


Colaboró Angélica Canjura Luna.