Causa en Común define la palabra atrocidad como aquella en la que se hace uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo. La definición por sí sola debería causar indignación, pero en México esa palabra se ha convertido en una más de nuestro diccionario de contradicciones.

¿Cómo es posible que este tipo de acontecimientos no nos afecten? ¿Es acaso porque nuestra conciencia se bloquea ante el cúmulo de atrocidades que se cometen en el país?, ¿es la fractura social que nos ha vuelto insensibles?, ¿son las dos cosas?

Pero te invito a que hagamos un ejercicio, que nos tomemos unos minutos para imaginar, por ejemplo, el dolor de la madre del bebe de 2 años que encontraron calcinado, en San Francisco del Oro, Chihuahua; el espanto de los familiares cuando recibieron las cabezas que dejaron sobre la vía pública en Villa Álvarez, Colima o la angustia que sufrieron durante su secuestro los 55 migrantes que fueron rescatados en un domicilio de Reynosa, Tamaulipas.

Imagina el macabro hallazgo del colectivo de Madres Buscadoras de Sonora cuando el 5 de febrero localizaron más de 50 cuerpos calcinados en Santa Ana, Sonora. Por último, ponte en los zapatos de las madres que llevan años buscando y escarbando para encontrar a sus hijos. Volvamos a la realidad, los periódicos, los noticieros y las redes sociales han puesto a la luz pública estos hechos atroces, pero seguramente pasaron desapercibidos o si los vimos no quisimos detenernos a analizar o pensar en el hecho.

Aunque es cierto que la información llega por los medios posibles, no llega al destino más importante de todos, al corazón. Desde ahí es donde debemos ser empáticos para cambiar este país. Los números ayudan a visibilizar lo que está pasando; sin embargo, nos hacen falta las historias, los testimonios y, sobre todo, la empatía.

Eso es lo que movió a Causa en Común a elaborar el estudio Galería del horror. Atrocidades y eventos de alto impacto registrados en medios, que enero-diciembre de 2021 registró al menos 8 mil 759 víctimas (en este año, van al menos 1,252 víctimas). En el documento, que se puede encontrar en la página de internet de la organización, se pueden observar los vínculos de las notas a cada una de estas atrocidades, ahí están las historias de la descomposicion descomunal de este país. Los números nunca serán suficientes para descifrar el dolor, el sufrimiento y las lágrimas detrás de estos hechos. Este estudio evidencia que una víctima no es un número; es un ser humano con una historia, que tuvo que enfrentarse a actos terroríficos y horripilantes.

Al no asumirlo como sociedad, lo que ahora enfrentamos es el de la normalización de la violencia; la normalización de esos 108 mil asesinatos; la normalización de los feminicidios o la normalización de los asesinatos de los periodistas y los policías.

Como nos dice el estudio realizado por el investigador Eduardo Menéndez Violencias en México: las explicaciones y las ausencias: “El análisis de los medios de comunicación masiva y de la producción científica indica que son algunas violencias las que de manera persistente están en la primera plana de los periódicos [...], mientras que ciertas violencias son escasamente tenidas en cuenta y otras tienden a no aparecer e inclusive a desaparecer.” (Menéndez, 2012, p.178)

Es fundamental que hagamos consciencia de que a pesar de que nunca podremos ponernos en el lugar de estas víctimas, sí podemos ser empáticos, darnos cuenta de la gravedad de estos eventos. El objetivo del estudio sobre atrocidades que realiza Causa en Común es hacer conciencia de lo dormida que tenemos la consciencia; porque tenemos la esperanza de que tanto líderes de opinión, como organizaciones y los medios se puedan sumar para que así, además de los números, podamos ser empáticos con las víctimas que están detrás de estas barbaridades y nos despierte a movilizarnos. Solo así lograremos una transformación y un camino a la paz. (Colaboró Lorenza Hope)

Presidenta de Causa en Común

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