“Los pueblos, en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de la libertad y justicia, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios. Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos: una tiranía que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra independencia, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable…”
Es así como inicia el Plan de San Luis que proclamara Francisco I Madero con fecha del 5 de octubre de 1910. En efecto, hay momentos en la historia de las naciones en los que las y los ciudadanos estamos obligados a dar mucho más por la Patria de lo que en otras condiciones daríamos. México está en ese momento histórico y la misión es salvarlo de la tiranía que significa el populismo instalado descaradamente a nuestro pueblo y que no debemos dejar que se consolide.
Sobran los hechos del Super-poderoso poder del Ejecutivo que nos permiten darnos cuenta que estamos ante una tiranía, pues todas las mañanas nos levantamos con la mentira, la manipulación y la destrucción. Además, la polarización y el debilitamiento de las instituciones lo hacen más que evidente.
Sobran los hechos también en el poder Legislativo, que nos permite caer en la cuenta de la indignidad con la que se conducen los integrantes del partido oficialista Morena que renuncian a ser poder para someterse a los dictados de la orden “que no le cambien ninguna coma” y obedecen.
Por último, sobran los hechos en el poder Judicial, en el que un ministro expresidente, además de traidor, renuncia a su propio poder para estar al servicio del titular del ejecutivo. En los últimos meses la Suprema Corte de Justicia ha sido debilitada por el acuerdo del presidente de la República con una ministra para sostenerla en el cargo, aun cuando se le ha considerado plagiaria por su propia casa de estudios que nada menos que la Universidad Nacional. Estos días han sido penosos para quienes creemos en el Derecho como el “mejor instrumento para la convivencia humana”. Han sido días penosos frente a nuestros alumnos que están muy cerca de presentar una tesis y a quienes debemos de recordar, hoy más que nunca, que “la verdad nos hará libres”. Han sido penosos para todos porque hemos indebidamente sacado de la discusión el sentido ético.
Y, a propósito del sentido ético, en una descarada legalización de la farsa Morena acaba de presentar una iniciativa de ley para que no se permita anular un título si se encuentra un plagio en la tesis profesional del solicitante después de 5 años.
Pero México es un gran país, lo repetiré mil veces. Por eso tenemos también luces y esperanza. Las vemos cuando recordamos nuestra historia y las muchas veces que hemos salido adelante, vemos las luces cuando hay colegios de abogados que se pronuncian ante la injusticia y ante las conductas indebidas de quienes deben tener un comportamiento ejemplar; vemos luces cuando una juez o un juzgador concede una suspensión o un amparo a pesar de las presiones; lo vemos cuando una Suprema Corte de Justicia nos sorprende con su elección de presidente y cuando sólo tiene dos votos la ministra preferida de López Obrador aunque, entre las causas de su derrota, permeara el ruido que ocasionó el caso de la tesis profesional plagiada. Vemos luces y esperanza cuando un ministro de la Corte, pese a las presiones del poderoso, decide declarar inconstitucional una propuesta del poder ejecutivo; vemos luces cuando el Poder Legislativo se alza con dignidad y se convierte en verdadero contrapeso; vemos luces cuando un valiente exsecretario señala los errores de una decisión del presidente que le causa perjuicio al país; vemos luces cuando la ciudadanía sale a marchar a la defensa de las instituciones.
Vemos luces cuando hay valentía y no hay complicidad ciudadana. Pero estas luces no son suficientes y se van a apagar si no actuamos todos y participamos más activamente en la vida pública de México. Si no actuamos, consentimos. Y la única manera de no ser cómplices con la tragedia que vive este país es participar en la política, a través de nuestra presencia en las marchas, en las campañas, en los procesos electorales, en las decisiones, en las casillas, en la difusión. Hay muchas maneras de participar, pero primero tenemos que estar decididos a dar cada uno, en estos años, lo mejor que tenemos y que somos para México.
Diputada federal