Pasada la vorágine de las campañas y las elecciones, es inevitable reflexionar sobre el México que tenemos y los retos que enfrentamos en la política.

1. Los electores prefieren la democracia en lugar de la dictadura. Eso es claro, pero este proceso electoral no garantiza, ni siquiera mínimamente, la democracia en México. El esfuerzo ciudadano debe dirigirse a consolidar ésta y a encontrar los liderazgos para sostenerla. Las elecciones dieron un respiro para podernos organizar y nada más. Trabajar es lo que sigue.

2. La oposición tiene triunfos muy importantes, pero no podemos ni debemos confiarnos. Los ciudadanos tendrán que hacer un esfuerzo adicional para exigirnos a la oposición congruencia y debate.

3. El crimen organizado se ha extendido y ha decidido. Y el poder judicial, muy lejos de preocuparse por el tema, está enredado y concentrado en la discusión de algo que a cualquier estudiante de derecho le parece obvio: la inconstitucionalidad de un artículo transitorio de una ley que viola expresamente lo establecido en la Constitución. La captura del Estado rebelada en las pasadas elecciones en el grado que más amenaza a la soberanía que es el ejercicio de la voluntad popular, el voto, es un tema que debe preocupar al poder judicial y no sólo a él, al Estado mexicano entero y a quienes le representan. El máximo representante del Estado, el presidente, en lugar de mostrar el compromiso o por lo menos preocupación sentenció lo que es verdaderamente una tragedia para México: “los que pertenecen a la delincuencia organizada … se portaron bien”, cientos de miles de mexicanos, quizás millones, sufrieron en carne propia la imposibilidad de expresar libremente su voto bajo las amenazas del crimen organizado. Eso es una perdida real de soberanía, una cancelación no sólo de la seguridad personal sino de la nacional, de la soberanía.

4. La libertad de expresión sigue amenazada. Incluso los hasta ahora aliados del gobierno, en el momento que manifestaron que podrían disentir del mismo, fueron amenazados y chantajeados. Los signos del autoritarismo, por ahora, temporalmente contenidos, siguen vivos y desafiantes.

5. En estas circunstancias, tendremos que trabajar también en el aquí y ahora de los problemas de las familias en México: el nivel de “despojados” que tenemos en México es de más de 10 millones que quedaron en la pobreza y que tenemos que dar una solución rápida que obliga a la reactivación económica a través del impulso a la iniciativa privada; tenemos que fortalecer las instituciones de seguridad y combatir la violencia que vivimos, especialmente las mujeres; proteger a nuestros recursos naturales y arreglar los servicios públicos tan deteriorados como los de educación y salud empezando por los niños y las niñas.

Frente al poder autoritario, las organizaciones deberán fortalecerse en unidad con la oposición, quien debe asumirse como tal, para ello, necesita reconocer sus propios yerros y deficiencias y entender que se ha alejado de la ciudadanía que en esta elección le tendió la mano. Si no sabe corresponderle, México no tendrá mejor futuro. Estoy convencida que ese futuro lo podemos construir.

Abogada

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