La libertad es signo claro de la dignidad de la persona humana. Y es un valor cardinal. La libertad no es el único valor por el que hay que poner nuestro empeño para preservarlo, sin embargo, la libertad es indispensable para que desde ahí podamos luchar por los otros bienes, por la justicia y por la democracia, por ejemplo.

Pero la libertad la tenemos que cuidar. Si no la cuidamos, si dejamos pasar como si nada el hecho de que desde el poder, cualquiera que sea éste, se restrinja o se amenace la libertad de los mexicanos, habrá un momento en que no podamos ni siquiera reaccionar.

Preservar la libertad, significa una lucha a veces desigual, sobre todo si no genera solidaridad entre los mexicanos cuando se enfrenta al poder. Una y otra vez hay señales de que nuestra libertad está amenzada en México.

Basta ver los juicios que se están llevando a cabo en contra de los productores de un documental que expresaba un modo distinto de pensar, en el cual advertían el peligro del populismo en México; ante éste, los que arrasaron en las elecciones se sintieron aludidos (¡no sé por qué!). A la vista de todos se inició el juicio, se asomaron algunos reclamos en Twitter, pero faltó apoyo a la defensa de la libertad de expresión y también solidaridad con la defensa de los productores. El caso se enredó en chismes y filtraciones, y ya no supimos más porque acabó instalándose el miedo entre los que acusaban y la justificación de muchos que guardamos silencio.

Otro caso ha sido el de muchos empresarios que han decidido acomodarse totalmente, y cuando digo totalmente, es totalmente. Asustados decidieron autocensurarse y limitar su voz para que sólo fuera en representación de sus agremiados, pero con ello se alejaron de participar en la construcción del bien común. Hacen un esfuerzo por que quede claro que “ellos” no participan en nada que sea contrario al nuevo régimen.

Tengamos cuidado, cada vez que no reaccionamos contra cualquier atentado a la libertad, y particularmente, a la libertad de expresión, somos nosotros mismos los que acabamos cediendo nuestros espacios de expresión.

Atenta contra la libertad el corporativismo que anula la libertad individual y que obliga a los miembros de un grupo a afiliarse a algún partido político.

Atenta contra la libertad las malas decisiones públicas que no permiten la libre empresa, o la libre organización, o que amenazan con ser implacables si hay una expresión contraria.

Y por supuesto que también atenta contra la libertad una sentencia que condena a Sergio Aguayo por más de 10 millones de pesos por haber publicado un artículo en el que mencionaba que el gobierno de Humberto Moreira olía a corrupción. La frase que utilizó fue “hedor corrupto”. Me van a decir que la figura del daño moral es importante para todos, y sí lo es. Y claro que la libertad lleva consigo la responsabilidad, que un servidor público es un mexicano que también tiene derecho a defenderse, pero lo que no debemos aceptar es la manipulación del derecho, de la ley, de la figura jurídica que da lugar a sentencias totalmente absurdas, desproporcionadas y amenazadoras, como la que recayó en Sergio Aguayo. En ese tipo de sentencias o con ese tipo de ejemplos perdemos todos porque vacían de contenido a las figuras jurídicas que se crean para generar balances y terminan en condenas a todas luces injustas, pero sobre todo, se convierten en una amenaza a la libertad de expresión que nos perjudica a todos, con esas sentencias no sólo pierde Sergio Aguayo, perdemos todos, porque amenaza a la libertad.

La autoridad pública tiene su sentido en la protección y ampliación de las libertades y en la construcción del bien común. Todos debemos entender que la libertad es un bien público que el Estado debe proteger, y el pueblo debe defender.


Abogada

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