El gobierno quiere borrar la historia de nuestro país y sustituirla desde el poder a través de la creación de nuevos libros, leyes, discursos, páginas web, ruedas de prensa y hasta libros de texto. Lo cierto es que vivimos un alto riesgo de perder totalmente nuestras libertades y claramente la democracia en México.

La Transición Democrática (la verdadera Cuarta Transformación de nuestro país) ha sido negada por un régimen autoritario que vivimos y sufrimos. Sin embargo, la historia brillante de esa transición tiene nombres, lugares, acontecimientos y episodios épicos, que no serán fácilmente olvidados, por más empeño que ponga el actual gobierno.

Entre quienes hicieron posible la transición, en el ámbito del Congreso, está sin duda Abel Vicencio Tovar. Hace unos días la diputada federal Carolina Beauregard organizó, para quienes pertenecemos al grupo parlamentario de Acción Nacional, la presentación del libro “Transformando a México: Discursos Parlamentarios de Abel Vicencio Tovar”.

Además de serlo por su valioso contenido, el citado libro es importante por lo que significa leerlo ahora que la transición democrática está siendo amenazada. Y, aunque a la mayoría oficialista de Morena no le interese debatir, releer los discursos de Vicencio Tovar serviría a la oposición a mirar y leer hacia atrás para que reconozcamos la fuerza de nuestras ideas, la lucha por la libertad y la democracia.

En 1988, nuestro México estaba en una encrucijada: recurrir a la violencia, el último recurso de los desesperados, o iniciar un camino pacífico hacia la transición democrática. Y un día importante fue la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari.

El discurso, lo recuerdo, fue extraordinario. Como buen maestro, explicó claramente la diferencia entre legitimación de origen y la legitimación de ejercicio. Vicencio acusaba que el entonces presidente “Será ilegítimo hasta el fin de los tiempos”, pero le pedía que se legitimara en el ejercicio trabajando por el bien de México. Este discurso contiene conceptos claros de teoría política y jurídica y fue la marca del tránsito hacia la democracia que implicaba, en congruencia, un camino de paz y un instrumento esencial para ello: el derecho. Iniciará entonces la transición democrática desde el derecho, desde el ámbito legislativo. Es muy importante que los jóvenes conozcan que somos uno de los pocos países en América Latina que logró esa transición democrática sin recurrir a la violencia.

Bajo la coordinación de Abel Vicencio, la oposición negoció la primera reforma electoral de la transición democrática. He de advertirles a las generaciones jóvenes que no sólo no había cargos públicos para la oposición, sino que, en esa época, la legalidad de la elección era juzgda por el propio partido en el poder, desde la Secretaría de Gobernación. Había un Colegio Electoral en el que los legisladores del partido gobernante decidían si había irregularidades; no había órgano electoral distinto al gobierno interesado en quedarse en el poder, ni identificación electoral para los ciudadanos, ni padrón electoral, etc. En 1989 se llevó a cabo la primera reforma electoral que dio forma jurídica al inicio de la lucha por nuestras libertades y a la democracia.

Nombres de quienes fomentaron la Transición Democrática los hay y muchos; y de distintas posiciones ideológicas. Pero permítanme recordar a tres del Partido Acción Nacional que jugaron un papel muy importante: Manuel J. Clouthier, como candidato a la Presidencia de la República; Luis H. Álvarez como jefe y líder del partido y Abel Vicencio, como el coordinador parlamentario. Los tres se conocieron en la lucha democrática, tenían sus propios caminos, no eran ni compadres ni socios ni cuates de juventud. Y se les veía unidos y con una fortaleza inspiradora; la fortaleza y la unión que da el saber que luchan por su patria.

¿Qué tenían estos tres hombres? Tenían una fuerza de espíritu, fruto del conocimiento del país, de una conciencia bien formada y una fe bien alimentada; todo ello se reflejaba en la congruencia de su vida y sus decisiones.

Quienes luchamos contra el autoritarismo y el populismo que ha llevado a los mexicanos a una mayor pobreza y mayor debilidad institucional, tenemos que estar conscientes de que nuestra lucha por la libertad y la democracia es una posición no sólo racional sino también espiritual y que será siempre la misma frente a cualquier presidente que intente robarle la libertad y el futuro al pueblo de México.

No nos dé miedo recuperar esa fuerza espiritual que entonces tuvimos y que es necesario que volvamos a tener, hagamos lo necesario para fortalecerla porque nos esperan tiempos recios.

Diputada federal