Los mexicanos llegamos a este difícil momento sin el conocimiento de la verdad. Esto refleja un gobierno sin perspectiva ética. Decidieron no hacer pruebas, nos han informado a medias, las cifras locales no concuerdan con las federales.

¿Qué tipo de ética puede haber cuando el personal de salud ha sido abandonado? Para atender la emergencia, los recursos públicos debieron destinarse a salvar el mayor número de vidas posibles, pero se canalizaron a otros proyectos. Por ética, el Estado debió garantizar el equipo de protección del personal de salud de primera línea. Pero no fue así. La sociedad civil tuvo que intervenir y sobran testimonios de denuncias porque se ha obligado a reportar muertes por “neumonías atípicas” en lugar de Covid-19.

Así es que no puede ser sorpresa lo deficiente de una “guía”, publicada el pasado 12 de abril por el Consejo de Salubridad General en sus cuentas de redes sociales, con el nombre de “Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica”, elaborada para tomar decisiones “frente a la pandemia del Covid-19”. Me sumé a otras voces que están en desacuerdo con ella porque las faltas en términos éticos y jurídicos son insostenibles. Las críticas crecieron y en 4 días se degradó hasta convertirla en un mero borrador para el debate.

Es importante señalar, dónde están las fallas éticas, no me voy a referir ahora a las violaciones jurídicas. En las 11 páginas que consta la guía, no hay una sola referencia a la dignidad humana. Así es que empezamos mal. Señalo algunas fallas:

1º. Bajo el pretexto de la emergencia de salud pública, la guía anula expresamente los principios que deben ser aplicables en la práctica de la medicina cotidiana: beneficencia, no-maleficencia, autonomía y justicia.

2º. No hay procesos previos que permitan revisar todas las alternativas antes de decidir sobre cuál es el mal menor. El principio del “mal menor” ha sido estudiado, pero implica la existencia previa de postulados éticos que son muy importantes.

3º. La Guía contempla una clara discriminación al utilizar el “principio de vida-completa” y hasta señala categorías de edades. Y, por si fuera poco, expresamente señala que la vida puede decidirse “lanzando una moneda”.

4º. En las funciones del Equipo de Triaje o triage, el médico tratante es excluido de cualquier decisión.

5º. Quedó claro que se le dio prioridad a la ética utilitaria, bajo el principio de proporcionalidad, en donde se toma en cuenta una puntuación y bajo la que, en dilemas extremos, la edad es un elemento definitivo. Con esta visión, los pacientes y sus familiares no tienen gran importancia.

El dilema que se presentará en México puede ser verdaderamente dramático. Por ello, el criterio de decisión debe estar bien fundamentado y, así, una recta aplicación de principios puede ser la diferencia. La nueva Guía debe partir de la dignidad humana. Un médico nunca puede descuidar al paciente. La guía debe reconocer que el médico tratante tiene sus consideraciones personales y debe prever los pasos necesarios para no llegar a decidir por el mal menor. El principio de subsidiaridad también es aplicable en estos casos. Ojalá la guía lograra sustituir la visión utilitaria por una ética solidaria que mire al paciente y su derecho a ser tratado dignamente, que éste tenga el derecho a ser apoyado espiritualmente, que no discrimine por edades, que la valoración en estos casos sea cuidadosa e integral; que sea garantizado, con la mayor amplitud, el derecho a despedirse tanto del paciente como de sus familiares; una guía que vea en el médico tratante y personal de salud algo más que meros instrumentos de atención.

Una guía que recuerde que la dignidad humana es irrenunciable.

Abogada

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