En el año 2010 Ciudad Juárez, con población aproximada de 1.3 millones de habitantes y la sexta ciudad más poblada del país, estaba considerada una de las ciudades más violentas y peligrosas del mundo. Registraba una de las tasas de homicidio más altas para cualquier zona urbana del orbe. Quizás el desafío más importante que enfrentaba Ciudad Juárez era el de la inseguridad. El Gobierno Federal, en ese entonces, reconoció que el problema no se podía resolver únicamente con las fuerzas de seguridad pública y, por ello, implementó la estrategia Todos Somos Juárez, Reconstruyamos la Ciudad.

Este exitoso programa de política pública estuvo anclado en varios ejes estratégicos. Además, incluyó acciones específicas en el tema de seguridad pública. Todos Somos Juárez incorporó tareas concretas en las áreas de economía, empleo, salud, educación y desarrollo social. Por la manera en que se desarrolló, podemos considerarlo al hacer un plan de intervención en otros escenarios de emergencia desde una perspectiva de la cultura del diálogo y el encuentro.

Es decir, el planteamiento que se presentó es para intervenir en una ciudad a fin de responder a una emergencia. Se trata de un plan que se presentó para enfrentar esa  circunstancia de aquella ciudad fronteriza, pero puede ser aplicado también —cambiando lo que se tenga que cambiar (mutatis mutandis)— para el caso de desastres naturales en otras partes.

En resumen, puede desarrollarse en cinco puntos; los tres primeros son los ejes estratégicos y los dos últimos se refieren a medición y resultados. Requiere, desde luego, un trabajo previo de información que será permanente durante todo el programa. La información que debe recabar el gobierno desde luego es la oficial, pero en el diagnóstico hay que escuchar directamente a la ciudadanía y de las organizaciones sociales del lugar.

1. Diálogo ciudadanía-gobierno. La participación ciudadana debe ser intensa en todas las etapas del programa. La obtención de información y el acuerdo de acciones se debe realizar a través de mesas de trabajo para derivar en el nombramiento de consejos temáticos. En aquella ocasión, por ejemplo, se lograron 160 acciones a realizar en todas las áreas.

2. Participación de los tres niveles de gobierno. Es fundamental que participen los tres niveles de gobierno para que las acciones se lleven a cabo rápidamente y con el acuerdo de las autoridades implicadas. Los políticos deben estar en las mesas como participantes.

3. Reconstrucción del tejido social a partir del encuentro. Las acciones  se dirigieron hacia la construcción o reconstrucción del tejido social y de manera integral, es decir, la emergencia tenía que resolverse no sólo en términos de seguridad, sino también en el ámbito social y económico. En aquella ocasión el 74% del presupuesto se aplicó al área social.

4. La medición y ejecución de cada una de las acciones del programa debe estar bien informada.

5. Los resultados deben ser sujetos a monitoreo. En el caso de Ciudad Juárez, al año del inicio del programa, la tasa de homicidios bajó un 84%.

Todo esto puede realizarse. México ya lo ha logrado, pero requerimos un esfuerzo que deje a un lado la polarización y que inicie una cultura del encuentro que suponga el diálogo, la participación y la libertad. Si noy hay diálogo, no hay encuentro, no hay bien común y no hay amistad social.

Este es un resumen de mi participación en el encuentro de políticos católicos celebrado en Madrid, al que asistieron hombres y mujeres con experiencia legislativa y administrativa; personas con distintas ideologías que nos reunimos para compartir buenas prácticas de gobierno y dialogar entre nosotros. La apuesta es por el diálogo, que supone conocimiento de la realidad y capacidad de escucha y reflexión. No será fácil dialogar, pero es el camino correcto.


Diputada federal

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