Es necesario escalar a un nivel distinto las decisiones políticas, legislativas y administrativas para evitar la violencia contra las mujeres. La tarea es especialmente del gobierno, es cierto que tenemos que hacer muchas cosas en términos colectivos, pero el gobierno tiene que gobernar y generar una estrategia orientada a la seguridad de las mujeres.
Es urgente combatir frontalmente los feminicidios y los delitos contra las mujeres y para ello se requiere trabajo y presupuesto. En lugar de estar regalando el dinero por todas partes, o de gastarlo en cosas meramente clientelares para la compra de voluntades, debería de invertirse en el combate a la violencia contra las mujeres.
Las mujeres cuando son víctimas de un delito se encuentran con un muro entre la justicia y ellas. Esa fue la expresión de la marcha de la semana pasada #NoNosCuidanNosViolan en donde las mujeres se manifestaron para expresar su hartazgo ante el sentimiento de inseguridad que se vive contra las mujeres. En su gran mayoría, se manifestaron pacíficamente. Sin embargo, fue claro que unas personas que estaban en la marcha no tenían ningún otro interés más que desestabilizar y llevar a cabo actos violentos.
Desgraciadamente, los actos vandálicos, así como la condenable violencia contra periodistas generaron una distracción casi inevitable. Esos actos que todos condenamos, no pueden distraernos del reconocimiento de la realidad que viven millones de mujeres en México porque siempre hay un pretexto para no reconocer en toda su dimensión la discriminación violenta que viven las mujeres.
Me parece que debemos reorientar la discusión. Pedir que se investiguen los actos vandálicos no excluye la denuncia de la violencia hacia las mujeres ni la exigencia de una política pública para combatirla que es más importante que cualquier monumento.
Trataré de explicarme: la imagen de un monumento nacional dañado por actos vandálicos como el Ángel de la Independencia no es más importante que la imagen de una mujer golpeada o violentada, pero sí es reflejo claro de la anarquía y del caos que está viviendo una ciudad. La anarquía favorece la idea generalizada de que la ley no se cumple, es decir, la impunidad. En ese ambiente y con esa percepción de impunidad se logra un caldo de cultivo en el cual se multiplican todos los delitos incluyendo los repudiables feminicidios y violaciones porque quien ve a una joven indefensa tiene más probabilidades de agredirla porque comparte esta idea: “nadie me castigará”, “no pasará nada”. En cambio, si tuviera miedo al castigo, la probabilidad de respetarla sería más alta.
Tenemos que hacer un esfuerzo con causa de Estado para que se reestablezca la amenaza creíble de que el que viole la ley, será castigado. Ahora lo que va ganando es la idea de que el que viole la ley no le pasa nada. Si dañar intencionalmente uno de los monumentos más importantes de un país no importa, entonces tenemos al incentivo más perverso para detonar los comportamientos criminales. Si algo daña a las mujeres es la anarquía y la impunidad.
Insisto una vez más, la marcha #NoNosCuidanNosViolan fue una expresión de una realidad: a las mujeres se les acosa en el transporte público, en las calles, en las oficinas, en las escuelas, en sus casas.
POR CIERTO: en este año algunos medios dieron a conocer que habían explotado unas pequeñas “bombas caseras” en un cajero automático y, en el mes de mayo, en el interior de un cine. ¿Son hechos aislados?, ¿no tienen relación con los organizados dentro de una marcha?, ¿no debiera informarnos el gobierno? El gobierno tiene que investigar y aclarar los hechos.
Abogada