Montserrat:
Montserrat tenía 20 años y estudiaba ingeniería, la mataron a golpes. Identifican como su agresor a Marlon Bota quien fuera su novio. Muchos nos enteramos porque la mamá de Montse pedía que rezáramos por su vida, llegó al hospital con fracturas en el cráneo, en el cuello y en el brazo. Falleció el pasado 17 de abril después de 6 días en coma. Se trata de un feminicidio más de 145 que llevamos en el año, circunstancia que parece ser una de las marcas características de este gobierno. El presunto agresor está prófugo, para él sí hubo una red que protegiera sus actos, empezando por su familia y seguramente por las propias autoridades.
Tres adolescentes de Puebla:
El Diputado Federal Saúl Huerta Corona, del partido MORENA, fue denunciado por un adolescente de 15 años (prácticamente un niño) por acoso y abuso sexual. La familia del niño es una familia con pocos recursos, por lo que el diputado ofreció al niño un trabajo y la promesa de poder superarse, por lo que fueron a la CDMX. El diputado morenista le invitó un refresco, lo llevó a un hotel y abusó de él. Después de la denuncia, la mamá del niño recibió amenazas de muerte, como ha quedado plasmado en la denuncia de la abogada de la familia. Hoy en día, ya son tres los adolescentes que se declaran víctimas de este señor a quien se le ha permitido votar en la Cámara de Diputados. El coordinador del Grupo Parlamentario de Morena dijo que se trataba de un asunto personal del diputado y que los hechos ocurrieron “fuera de su función como diputado federal”.
Jaqueline:
A través de Twitter, escuché la declaración en audio de una exalumna mía, es desgarradora. Se trata de una maestra que fue golpeada por su marido; se escuchan los gritos de dolor y de desesperación mientras ella le pide que, al menos, le permita despedirse de sus alumnos y decirles que la clase había acabado. Claramente no se trataba de un incidente aislado porque ella le rogaba con miedo y dolor que le dejara terminar su clase. Afortunadamente, aquí sí hubo una fuerza que protegió a la maestra: sus estudiantes pidieron a las autoridades civiles y escolares su inmediata actuación.
El marido se llama Octavio García, del PAN del Estado de México. En este caso, al menos, se anunció la expulsión del agresor de la organización y, evidentemente, nadie le defendió.
Rocío:
Todos hemos visto el video en que, claramente, se ve al candidato de MORENA al gobierno de Zacatecas manosear a una candidata a presidente municipal de su mismo partido. El candidato negó la intención y contestó con una frase ensayada: “se trata de un roce involuntario”. Claro que lo anterior ameritó la defensa de Mario Delgado, quien no se cansa de hacer el ridículo en la defensa de candidatos abusadores y acosadores. La candidata ya externó la defensa, pero por ahí empiezan a aparecer otros videos en las redes en el que también tiene “roces involuntarios”.
Aficionada:
En otro video, un joven patea a dos mujeres mientras se desarrolla el juego de los Pumas contra Puebla. El agresor fue identificado, al parecer se llama Javier Álvarez, se trata de un militante del partido-gobierno MORENA. Quizás se trate más del machismo y no tanto de la filiación, pero lo cierto es que la combinación de la violencia con el ejercicio del poder es una fórmula que incrementa aquélla.
No es un tema de izquierda ni de derecha, ni de conservadores o liberales. Es deber del Estado actuar y la sociedad no puede dejar que las agresiones se queden en una denuncia. Tenemos que actuar todos, particularmente contra quienes desde el poder exacerban su machismo hasta la violencia más exacerbada. Las fiscalías debieron haber actuado inmediata y ejemplarmente, si para ello era necesario atraer el caso por parte de la Fiscalía General de la República, debió hacerse. En los tres casos, la Fiscalía General de la República debió atraer los asuntos para que fuera claramente percibido que, en caso de violencia a niños y mujeres, se aplicará -como se dice- “todo el poder del Estado”.
Aclaración: los cuatro casos descritos sucedieron nada más durante la semana pasada. La reflexión nos corresponde a cada uno de nosotros. Nadie puede sentirse ajeno. Todos debemos vernos en cada una de estas mujeres. No podemos ni debemos actuar con la cobardía que implica voltear la cabeza y agradecer que esta vez no nos pasó a nosotras o a alguna mujer o niño que nos es querido o cercano. Cruzar las manos es volverse cómplice del agresor.
Después de todas estas agresiones, Montserrat, Jacqueline, Rocío y tantas otras mujeres y niños han sufrido al final la peor de las agresiones, el más doloroso de los golpes: nuestro silencio.