A la pregunta milenaria “¿Dónde está tu hermano?”, que nos narra el libro del Génesis en el que Yavé le reclama a Caín, podemos hacerle una pequeña modificación que nos exige la realidad: ¿Dónde está tu hermana? Más allá de nuestras respuestas, la realidad contesta claramente esa pregunta: nuestras hermanas, las mujeres, están siendo violentadas y asesinadas. La realidad se muestra en los números.
Los medios han narrado el drama del feminicidio en este 2020. El promedio de mujeres asesinadas en estos meses es de 11 mujeres asesinadas y 87 casos de violación por día. Estos datos, además, hay que tomarlos en cuenta partiendo de la base de que no comprenden la llamada “cifra negra” que en el caso de la violencia contra las mujeres es mucho mayor, en gran parte porque suele ser cometida por familiares o personas conocidas y cercanas.
De acuerdo con el Informe del Secretariado Ejecutivo del SNSP del Gobierno Federal, se muestra claramente el incremento del feminicidio de la siguiente manera (al 30 de junio): en 2018 hubo 891 feminicidios; 945, en 2019, y en los primeros seis meses de 2020 van 489.
Este informe señala que más de 1,400 mujeres han sido asesinadas en el primer semestre de 2020. Sin embargo, de estos 1,400 casos, 489 se refieren a mujeres asesinadas únicamente por el hecho de ser mujeres. Son 489 historias de familias que se rompen, 489 casos de comunidades que están conscientes de que las mujeres, por ser mujeres, están en un riesgo exponencial. La mayor parte de estos feminicidios son perpetrados contra mujeres mayores de 18 años y con mayor incidencia en: Estado de México, Veracruz, CDMX, Nuevo León y Puebla.
Lo cierto es que los datos que hoy tenemos a nuestra disposición, que ilustran un alarmante número de actos de violencia que sufren las mujeres, no corresponden con el desarrollo del marco nacional e internacional que se ha generado en favor de las mujeres. Es decir, la existencia de estos organismos y ordenamientos legislativos tendrían que haber generado ya una baja significativa en el número y la incidencia de casos de violencia de género. Pero no ha sido así.
Siguiendo con la pregunta, la respuesta debe ser bajo dos perspectivas: primero, individualmente, para dar una respuesta a la pregunta: ¿Dónde está mi hermana? Y segundo, desde una perspectiva sociopolítica en el que el Estado pueda corregir tantas carencias estructurales y sistemáticas que condenan impunemente a tantas mujeres inocentes y generan un impacto perjudicial en todos los órdenes a nuestro México.
Estas condiciones tienen que ir —al menos— de estos tres ejes:
a) La prevención.
b) La adecuada implementación de los mecanismos previstos en el derecho acompañándolo de un Banco Nacional de Datos e Información y una revisión para la eficacia de la figura de la Alerta de Violencia de Género.
c) El acceso a la justicia con perspectiva de género para que la denuncia sea más fácil presentarla, los Ministerios Públicos reciban el apoyo necesario y logren operativos focalizados y disuasivos. Y una buena y verdadera asesoría a las víctimas. así como la manutención de los niños y niñas que quedaron huérfanos.
Algún día, a la pregunta ¿Dónde están tus hermanas?, podremos contestar: las mujeres están libres de violencia, con su familia, en su trabajo, en la política, en los cargos públicos, viviendo libremente su religión, sin sentirse amenazadas. Es decir, poder contestar que hemos logrado una comunidad más libre, más igualitaria, más humana.