Aunque no podemos ni debemos bajar la guardia dicen que, pasando el Omicrón, podremos hablar del inicio de un final de la pandemia del COVID-19. Por otro lado, ahora que gradualmente cerremos este ciclo, y que ya hemos visto cómo nuestro gobierno ha gestionado los momentos de crisis, tendremos la posibilidad de expresar nuestras ideas y, sobre todo, nuestras denuncias. Podremos trabajar en acciones cada vez más comunitarias. Ojalá lo hagamos.
Quizás en este 2022 saldremos de la pandemia. Quizás despertemos a una nueva realidad. Sin embargo, todo lo que hizo o dejó de hacer este gobierno permanecerá ahí. Hace tiempo que nos convencimos de que era cierto que la pandemia les cayó “como anillo al dedo”. Les ha permitido achacar a una fuerza mayor el triste y reprochable manejo de los recursos en perjuicio de quienes más los necesitaban durante el peor de los momentos imaginables.
Una cadena de violaciones a derechos humanos es lo que hemos vivido en México. Las y los mexicanos, ocupados en enterrar a nuestros muertos, en navegar contra un sistema de salud pública que nunca estuvo a la altura de lo que se requería de él, además de sufrir el encierro para la protección, no hemos caído en la cuenta de que fuimos y seguimos siendo víctimas, que vivimos en estado de indefensión frente a un gobierno que hizo lo que quiso y además lo hizo muy mal.
En nuestro México, el 2022 estará lleno de temas importantes ante los que no podemos distraernos ni permitir que nos distraigan; son temas que vienen desde el gobierno o que han sido generados por el gobierno. Este año estará listo el Aeropuerto Felipe Ángeles, que habrá sido el aeropuerto más caro del mundo; estará -dicen- inaugurándose la refinería de Dos Bocas, con un sobre precio que la ha hecho, además de ineficiente, una refinería costosísima; estarán también sobre la mesa los temas del abandono a la ciencia y a la cultura (ya veremos los recortes al personal del INAH) y el desenlace -si es que lo hay- del conflicto en el CIDE. Además de todo ello, en el Congreso tendremos en puerta dos temas muy claros: la reforma a la industria eléctrica y la reforma electoral.
En cuanto a la Reforma Energética, me preocupa que algunos miembros de la oposición crean que algo es negociable, cuando es claro que fortalece un sistema autoritario como modelo de acción y de toma de decisiones en un gobierno. Es decir, la iniciativa presentada en octubre del año pasado va más allá de la electricidad, se trata de una contra-reforma energética que está completamente ideologizada y que también responde seguramente a un engaño del director de la CFE al propio presidente.
También con respecto a este tema destaquemos de una vez por todas el precio de la gasolina que ha subido a niveles que están muy lejos de lo prometido: 25 pesos. El gobierno tendrá el cinismo de decir que se necesita la reforma energética para que la gasolina baje de precio. Sin embargo, el gobierno podría disminuir el IEPS (Impuesto Especial a la Producción y Servicios), es decir, tendría la posibilidad de bajar un poco el precio de la gasolina y cumplir un poco su promesa, pero no quiere hacerlo. Por el contrario, todavía subió el impuesto a la gasolina Magna, a la Premium y al Diesel. Este tipo de cosas son las que tenemos que comunicar a los ciudadanos. Y no son temas únicos de los partidos políticos, sino de la ciudadanía que está consciente de ese tema, que se sabe opositora y que debe despertar de la pandemia para actuar. No basta un tuit, ni un chat, sino acción.
Además, está la Reforma Electoral, hablarán de reducir el dinero al INE, pero no de reducir un solo peso a los más de cinco mil millones que se llevan los partidos políticos para este año. El tema principal es de fondo, se trata de derechos políticos y de la garantía de estos, por eso daremos las batallas democráticas que se tengan que dar, entre ellas, la defensa del INE que hoy es la gran tentación del poder de la tiranía.
Diputada federal