Pásele al circo de las elecciones internas de Morena. Si no pudo asistir al espectáculo en vivo, puede ver las imágenes en las redes sociales. Se trató verdaderamente de una clara degradación política de las que hace tiempo no veíamos a nivel nacional. Para confirmarlo están las imágenes que ponen de manifiesto delitos electorales y, sobre todo, de envilecimiento humano.
Los jóvenes que nacieron hacia el final de la transición democrática y durante los primeros años de la democracia, podrán recibir una clase de “regresión política” que nos lleva de vuelta al México de hace 40 años. Las imágenes evocan la época de sus padres y de sus abuelos en la que durante las elecciones se utilizaba un vocabulario que Morena hizo realidad el sábado y el domingo: operación tamal, carrusel, amenazas a beneficiarios de programas sociales, afiliaciones corporativas, compra de votos, urnas embarazadas, taqueo de urnas, utilización de recursos públicos, mapaches, borregos, acarreos y más acarreos, vaya, hasta privilegios de funcionarios para que no esperen incómodamente en la fila. De verdad, jóvenes, no se pierdan la clase de “fraude electoral” que nos ofrece el partido en el poder para que vean por qué a Morena no le interesa mantener al Instituto Nacional Electoral porque, definitivamente, no les conviene.
Volaron urnas, boletas falsas, jaloneos de cabello, se escucharon gritos, insultos, vimos quema de boletas, instrucciones que se engrapaban a los papeles de los “militantes” (por supuesto, gente pobre); la compra de votos de 300 a 500 pesos y la falta de folio de las boletas que fue denunciada por un indignado morenista, incluso una diputada local se sentó en una de las mesas de la casilla para que no se hiciera el conteo. En algunos estados de la República hasta el delegado del Bienestar estaba ahí metido dando instrucciones en las votaciones. Las filas estaban llenas de beneficiarios de programas sociales —muchos no sabían ni a qué iban— eran filas largas en las que deberían estar también los propios funcionarios del gobierno de Morena no quisieron hacer fila, les dio flojera, y entraron por la salida para no tener que esperar como los demás.
La jornada estuvo llena de delitos. Quizás lo que más me dolió fue ver la manera en que abusaron de la pobreza de los otros para obligarlos a subirse a combis, microbuses y camiones a fin de votar por el candidato que les decían; es degradación humana no sólo de quien recibe sino, sobre todo, de quien compra un voto o condiciona una transferencia o una beca. ¿Qué puede hacer una señora si quien le pide que se suba al camión para acarrearla y que vote sin pensar es precisamente quien le entrega la beca para su hijo o quien le entrega el dinero de adultos mayores? Para eso quieren a los pobres; para someterlos y acarrearlos. Lo que necesitan los pobres de México es una política pública que los libere de la pobreza y les regrese su libertad.
Por si fuera poco, las elecciones fueron convocadas por Morena y anunciadas el 30 de julio a través de un desplegado que tiernamente decía:
“Hoy inicia el proceso más plural y abierto que ha tenido nuestro movimiento (sic)”. Pero Morena no es una organización, sino una desorganización fundada en la mentira que ha integrado a una horda de fanáticos que ambicionan al poder por el poder mismo. Sin embargo, lo mejor viene en el siguiente párrafo del mensaje: “En Morena hacemos valer la democracia y sabemos que el poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás.” El citado letrero, además de cursi, es hipócrita porque no sólo mienten al decir que hacen valer la democracia, sino que no la entienden ni la practican. Un partido nunca nos va a poder ofrecer lo que no tiene; es el caso de Morena y sus integrantes que —por tal razón— no quieren al INE porque es una institución de la democracia que, claramente, quieren destruir en México, aunque gracias a ella llegaron.
Entonces lectora o lector, pásele al circo; aquella realidad alterna donde todo se degrada. Una serie de pistas en las que se exhiben fenómenos que no vemos ordinariamente; una representación en la que reímos del ridículo ajeno. Eso es Morena. Y de nosotros depende que acabe ya la función. Defender al INE de quienes quieren destruirlo será una batalla que tendremos que dar los de la oposición.
Diputada federal