La ubicación geográfica de Ucrania ha convertido a este país en la manzana de la discordia entre oriente y occidente. La visión de dos formas de Estado diferentes y el anhelo de convertirse en un país independiente, han sumergido a Ucrania en un conflicto bélico que, eventualmente, pudiera convertirse en el inicio de una tercera guerra mundial.

Ucrania es un país de 603,548 km2, con una población aproximada de 44 millones de personas, asentado en una tierra fértil que ha sido reconocida como el granero de Europa. Actualmente colinda al norte con Bielorrusia, al sur con el Mar Negro, al este con Rusia y al oeste con Polonia, Moldavia, Hungría, Eslovaquia y Rumanía.

Un país integrado en sus orígenes por diversas tribus eslavas, cuya conformación pasó por diversos estatus, desde la Rus de Kiev en la Europa medieval, formó parte de la Mancomunidad Lituano-Polaca, el Reino de Rutenia, el Hetmanato Cosaco, la República Popular Ucraniana, República Popular Ucraniana Occidental, Estado Ucraniano y Ucrania.

Su historia registra, desde tiempos ancestrales, una continua y dolorosa lucha por su independencia de Estados con gran potencial militar: los imperios Otomano, el Austrohúngaro, la Mancomunidad lituano-polaca, la Rusia Zarista, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y la actual Federación Rusa.

Ucrania, en su denodada lucha por su independencia, integró a su población un mosaico pluricultural y multiétnico. No obstante, dos tipos de civilización han influido de manera predominante en su cultura. Por una parte, la herencia occidental del Imperio Austrohúngaro reflejada, incluso, en la religión católica, católica griega. En la parte occidental de Ucrania predomina el idioma ucraniano. En la parte oriental, la religión ortodoxa y como idioma, desde luego, el ruso que en algunas épocas ha sido establecido como la lengua oficial de Ucrania, con la consigna de desterrar de las escuelas el ucraniano, así como monumentos y documentos de su historia.

En el tratado que desde 1654 Ucrania firmó con la Rusia Zarista, en busca de protección de otras invasiones, inicialmente, la reconoció como un Estado autónomo y propició el ingreso de un número importante de pobladores provenientes de Rusia. Este país fue absorbiendo paulatinamente el dominio de Ucrania. No obstante los múltiples intentos de independencia, Rusia la ha considerado en sus diferentes formas de Estado y de Gobierno por las que ha transitado, como parte de su país. Por esta razón dentro de Ucrania existen divergencias de criterio y hay quienes se manifiestan a favor de Rusia y hay quienes a favor de la independencia. 

Las recientes declaraciones de Ucrania de ingresar a la Unión Europea y a la OTAN significan un proceso de occidentalización que al parecer no conviene a los intereses de Rusia. Esto y otro tipo de desavenencias han provocado el conflicto armado entre Rusia y Ucrania.

Pareciera una lucha entre David y Goliat que ha conmocionado al mundo, en el que resurgen antiguas rivalidades entre oriente y occidente, que aparentemente se encontraban superadas. Desde luego en ambos países existen razones de peso que dan sustento a sus respectivas posturas, pero lo más triste es que el resultado de una confrontación de esta naturaleza la sufre la población de cada país involucrado, con heridas mortales y pérdidas irreparables

Si pensábamos que la pandemia había hecho tomar conciencia a la humanidad de su vulnerabilidad y reflexionar sobre la necesidad de reinventarnos en solidaridad y cooperación, los acontecimientos presentes, desafortunadamente, desdibujan nuestros afanes. Esperemos que el diálogo y la razón permitan transitar hacia la paz.

Ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
min.mblr@gmail.com @margaritablunar

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