El 2020 fue un año complejo, difícil, diferente. Un año en el que la vida nos cambió abruptamente. Un año que habrá de ser recordado como el gran aprendizaje. Hemos anhelado su conclusión como si el término de este período pusiera fin a los problemas vividos. La llegada del 2021 trae aparejada la esperanza de una vacuna, pero también de nuestro comportamiento responsable y actitud positiva.
El 31 de diciembre de 2019, cuando con gran entusiasmo nos disponíamos a celebrar con nuestros seres queridos y amigos la llegada del 2020, festejando el privilegio de la vida, haciendo mil propósitos, como bajar de peso, dejar de fumar, el recuento de logros y pendientes, y vislumbrando el horizonte de un año que se caracterizaría por grandes cambios, nunca imaginamos de qué magnitud lo serían, pues del otro lado del mundo, ese mismo día, la Comisión Municipal de Salud de Wuhan, China, notificaba a la OMS, la existencia de un conglomerado de casos de neumonía que, con posterioridad, se determinó, fueron causados por un nuevo coronavirus.
Un microorganismo que, con gran osadía, se instaló y reprodujo en cuantas personas tomó desprevenidas, y viajó por el mundo sin limitación fronteriza alguna.
Este enemigo silencioso no es mortal para todo aquel que le dé alojamiento, pero, sí lo es, para personas de la tercera edad, con hipertensión, diabetes o las que ingieren cierto tipo de medicamentos.
El problema real, es que este huésped resultó tener gran habilidad para propagarse a través de un apretón de manos, un abrazo, un beso o el simple contacto con alguna superficie, la cercanía a un estornudo o a la salivación imperceptible de una plática. Y por si esto fuera poco, durante su incubación, en ocasiones, es asintomático.
Por esto, el aislamiento, la reclusión doméstica, el quédate en casa, ha sido considerado como el mejor método de prevención.
Independientemente de las cuestiones negativas, el 2020 fue un año de gran aprendizaje, propició el descubrimiento de capacidades y habilidades antes no imaginadas. Nos hemos reinventado, haciendo gala de la imaginación, con miras hacia un horizonte diferente.
Las lecciones de vida de quienes han contraído covid, luchan contra otros padecimientos, o han perdido a seres queridos, es algo que ha estrujado nuestros corazones, y que nos impulsa a seguirnos cuidando hasta que la vacunación pueda llegar.
Me hizo recordar recientemente una amiga, que en situaciones como la que ahora atravesamos, tal como lo dijo el gran poeta lírico Horacio en su frase Carpe Diem, locución latina que literalmente significa toma el día, aprovecha el momento, no lo malgastes. “Carpe diem, quam minimum credula postero”. Aprovecha el día, no confíes en el mañana. Frase que las tropas romanas, en la formación a las 6 de la mañana saludaban con el grito: ¡Carpe Diem!
Pensamiento que se hizo famoso en la película La Sociedad de los Poetas muertos, a raíz del poema de Walt Whitman, del que señalo algunas frases: “Aprovecha el día. No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños… No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas”.
El presente debe vivirse con pasión, agradecidos de la experiencia de existir, de estar sanos. Que 2021 nos traiga salud, esperanza y nos permita mantener vivos nuestros sueños. ¡Carpe Diem!
Ministra en Retiro de la SCJN.
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