María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como La Güera Rodríguez, fue una mujer que sin duda alguna tuvo una importante participación en la independencia de nuestro país. Fue una mujer adelantada a su tiempo que no solamente fue una heroína de esa gesta histórica, sino que rompió con los estereotipos que caracterizaron a las mujeres de su época.
Dotada de una extraordinaria inteligencia, Ma. Ignacia nació en la Ciudad de México en 1778, en el seno de una familia criolla, de magnífica posición en la aristocracia colonial mexicana. Su singular belleza le propició muchos admiradores, desde virreyes, clérigos, insurgentes, hasta personajes de la historia como Agustín de Iturbide, Simón Bolívar y Alexander Von Humboldt. Se dice que el escultor Manuel Tolsá tomó su rostro como modelo para esculpir a la Virgen de los Dolores del templo de San Felipe Neri, mejor conocido como de la Profesa.
Su carácter extrovertido y carismático despertó siempre gran simpatía y atracción, sobre todo con las personas del sexo masculino. Atributos que le allanaron el camino para el logro del que fuera el objetivo principal de su existencia: la libertad, tanto en el desarrollo de su mentalidad abierta y liberal, como en la construcción de la independencia de su país.
Como mujer, creo que válidamente se puede afirmar que tuvo la valentía de romper con una enorme gama de estereotipos que sometían a sus contemporáneas bajo la autoridad masculina de los hogares mexicanos, ya fuera del padre, esposo o hermanos.
Ma. Ignacia contrajo matrimonio en tres ocasiones lo que no era usual para la época. A la edad de 14 años con el militar Jerónimo López de Peralta de Villar y Villamil, hombre de carácter violento e irascible, se comenta que La Güera padeció de maltrato físico, moral, e intento de asesinato. Motivos que originaron la solicitud de disolución del vínculo matrimonial. Procedimiento en el que a su vez fue acusada de adulterio. Su cónyuge falleció antes de que se emitiera el veredicto correspondiente.
Posteriormente se casó en segundas nupcias con Mariano Briones, un hombre de avanzada edad y gran fortuna, del que a los pocos meses la dejó viuda y acaudalada. Más tarde, por tercera ocasión contrajo matrimonio con Manuel Elizalde, cuya unión duró hasta la muerte de ella. Elizalde al quedar viudo se consagró a la vida sacerdotal.
Ma. Ignacia fue una mujer inteligente y culta. Simpatizó con el ideal de la causa insurgente, la cual apoyó no solamente con sus convincentes opiniones, sino, con su fortuna y relaciones que sostuvo con la alta sociedad novohispana. Esto motivó que fuera acusada de herejía ante el tribunal de la Santa Inquisición, por defender los postulados de la independencia y por su cercanía con el cura Miguel Hidalgo, acusación a lo que además le agregaron su inclinación al adulterio. El virrey Francisco Javier de Lizana y Beaumont, al concluir su audiencia, la exilió a Querétaro. Algunos dicen que más que un exilio sancionatorio, fue con el fin de otorgarle protección.
Se dice que los cargos que le imputaban fueron levantados, por falta de pruebas, pero también se afirmó que más bien obedeció a la argumentación con la que La Güera se defendió, en la que descalificó la autoridad moral del inquisidor, por su comportamiento licencioso.
Ma. Ignacia fue un personaje admirable que rompió con los esquemas femeninos de su tiempo. Idealista incansable que derribó todas las barreras que coartaban su libertad y coadyuvó, con su apoyo económico y activista en la lucha por hacer de México un país independiente.
Ministra en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
min.mblr@gmail.com @margaritablunar
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